lunes, 13 de julio de 2009

Lealtad

Hola,

Ahí os dejo eso:

Francisco

Hace unos meses que duerme con antifaz y tapones en los oídos. Tiene dificultades para conciliar el sueño y busca cualquier remedio para aliviar su insomnio. ¿Pastillas? Valencia es tierra de pastilleros pero él prefiere mantenerse al margen. Es domingo, acaba de levantarse. Aún lleva puesto el pijama de seda azul marino con el que ha pasado la noche. Se enfrenta a los periódicos. Alguien le telefoneó la tarde anterior para advertirle de que El País del día siguiente "vendría calentito" y sacaría varios reportajes sobre su persona. Tienen tantas ganas de hacerme daño. Ahí está, en la portada, y nada menos que por duplicado. ¿Acaso no tienen otra cosa de la que hablar? "El espejo roto de Camps", titulan. ¿Qué sabrán ellos? Pasa las páginas en busca del reportaje. ¿Y esa foto? ¡Qué hijos de puta! ¿Porqué tienen que poner una foto de hace quince años? No, perdón ¡Dos fotos!


Estoy bastante cambiado. Entonces aún tenía pelo. Ya notaba que se me caía, pero uno nunca quiere ponerse en lo peor. Creía que había tratamientos que lo frenarían. Hice todo cuanto estuvo en mi mano: hierbas, lociones, suplementos vitamínicos, pero no fue posible. No se puede frenar lo irremediable. Si te tienes que quedar calvo terminas quedándote calvo. Me acuerdo cuando Isabel me decía que no me preocupara, que el atractivo no estaba en el pelo. Puede que ese sea un argumento válido para otras personas, pero no para mí. Yo vivo de mi imagen y represento a un pueblo. Si la naturaleza no me hubiera jugado la mala pasada que me jugó es posible que la vestimenta no se hubiera convertido en algo tan importante. Lo que se pierde por un lado hay que ganarlo por otro. Y todos esos que piensan que todos los trajes son iguales estan muy equivocados. Lo piensan porque nunca han tenido un buen sastre. ¿He dicho buen sastre? Maldito bocazas. Uno nunca sabe dónde puede estarte esperando el enemigo. La política es así (...). Sin embargo, la otra foto que han puesto sí que me gusta.


La gente tiene muy poca memoria. Espero que Mariano capte el mensaje. Yo sé que lo ha captado. En esta vida las cosas no son gratis. Yo hubiera podido respaldar a Esperanza pero ahí estuve cuando se me necesitó, sujetando el paraguas, aguantando el chaparrón. Ahora le toca a él.


Mariano

- ¡Paco!
- ¡Presidente!
- Has leído lo de El País, ¿no?
- No saben hablar de otra cosa. ¿Porqué no hablan de los cuatro millones de parados? Eso claro, no les interesa. Mejor cebémonos con Camps. Esto es un linchamiento, presidente.
- Lo sé. ¿Y eso que contaban de los contratos troceados?
- Cosas que se inventan, ya no saben qué inventarse. Pero todo es mentira. Podemos estar tranquilos.
- ¿Estás seguro?
- Sabes que yo no te engañaría nunca, presidente. Yo no. Otros no lo sé, pero yo no. Sabes que cuando me necesitaste estuve ahí, que cuando la madrileña quiso moverte la silla yo no lo dudé un instante y fui el primero en dar un paso al frente para defenderte. Me conoces presidente y sabes que te aprecio, y que te quiero un huevo, coño. Y si tuviera que volver a ponerme a la cabeza para que te eligieran presidente volvería a hacerlo. Una y mil veces, Mariano, una y mil veces.


Cuelga el teléfono y duda.

Rajoy siempre fue un niño modelo. Como estudiante de pantalón corto en León, como adolescente en Pontevedra, como universitario en Santiago, Mariano Rajoy siempre hizo lo que de él se esperaba y siempre recibió por ello una palmadita paterna en la espalda. También cuando, en tiempo record, se sacó la oposición a registrador de la propiedad tal y como su padre quería. Las palmaditas le hacían feliz.

A los treinta y cinco llegó la llamada de Aznar. "Quiero que seas el vicesecretario del partido", le dijo. Era la oportunidad para dar el gran salto y para recibir su bautismo político. Rajoy aceptó y se dijo a sí mismo que, también entonces, sería un niño bueno. Siguió a su "padre político" en la oposición y en el gobierno sin flaquear ni un solo momento y cuando Aznar tuvo que designar sucesor Rajoy volvió a tener su palmadita.

Lo siguiente fue una derrota en las elecciones y cuatro años viendo cómo el sector más aznarista del partido tejía la "teoría de la conspiración". El objetivo de la teoría era salvar el culo a su padre político de las mentiras de los días 12 y 13 de marzo del 2004. Daba igual que estuviera o no de acuerdo con aquella estrategia, lo que tenía claro es que, pasara lo que pasase, él sería fiel a quien le había llevado hasta allí.

En el 2008 una nueva derrota en las urnas le convierte en un cadáver político. Estaba muerto pero Camps acude a resucitarle. Igual que con Aznar, igual que con su propia familia, Mariano prometió entonces fidelidad a quienes le resucitaron en el Congreso de Valencia.

Se lo debo. En cierto modo estoy en este despacho gracias a él. A fin de cuentas se trata de unos trajes, ¿qué importancia tienen unos trajes? Además, dice me quiere un huevo. Quizás no sea tanto.

Besos.

Beta

20 comentarios:

Carlos dijo...

Al final parece que van a costar más, politicamente hablando, los trajes, que perder las elecciones.

Anónimo dijo...

Primero!!!

Más claro, agua dijo...

Hay trajes que, en vez de corbata, traen una soga al cuello. Camps se ha encargado, él solito, uno a su medida. ¿Habrá pedido también otro para su jefe?...

Sara dijo...

Rajoy es un rehén.

La Caperucita que se enamoró del lobo. dijo...

buff... politica...

Cross dijo...

¿Ya estás de vuelta?

Anónimo dijo...

Y es que es infinítamente peor unos trajes que todas las ilegales subvenciones y altos cargos dados a dedo (evidentemente a familiares) por el Vicepresidente Manuel Chaves, o las comisiones reconocidas por las obras públicas en Cataluña. Todos los políticos apestan, y encima los del PSOE nos hacen creer que otra realidad es posible (cuando ésta no existe).

Y hay que ver cómo luce Sonsoles cada vez más los trajes de las boutiques de Preciados y Serrano. Bueno como la vicevogue.

Al final parece que todo se reduce a un simple, pues los del PP son más. No mentira los corruptos son los del PSOE. Los ladrones son TODOS, y los políticos no los necesitamos para nada ¡¡ANARQUÍA!!

Unknown dijo...

Lo más increble es lo de Rita la boyera, que, yendo al recate, le ha acabado de hundir.

José Luis Carrillo dijo...

Muy bueno. Felicidades.

Profesor Moriarty dijo...

La política en España da p... asco.

Creo que lo peor no es la corrupción sino que es la cuadrilla de borregos que siguen votando a esos presuntos corruptos".

japogo dijo...

Me pregunto si daba más miedo de joven o de mayor.. vaya imágenes!

Antonio dijo...

No minimices el drama que supone quedarse calvo.

Anónimo dijo...

Esto no es política, es delincuencia. No pasemos de este tipo de "polìtica" pues sino, aparte de la dignidad, nos robarán los calzoncillos. Hay que darles en el cuello y que desaparezcan.

Germán

Nicofilms dijo...

Esto es como al capone...al cual sólo pudieron pillarlo por evasión de impuestos...

posiblemente hay reparto de comisiones mucho dinero pero eso no se puede demostrar...los partidos se financian así...

Este me cae mal sólo le interesa ir a misa y al club de tenis.

A Joan Lerma le interesaba ir en su barco...

A Zaplana chingar y tomar el sol...

Anónimo dijo...

Malditos calvos a por ellosss !!!

arquitectomirobenito dijo...

O follamos todos,o la puta al río¡...

Browner...Seguro? dijo...

Genial... simplemente genial... me gustaría copiar este articulo en mi blog... ¿puedo?

Luismi dijo...

No sé cuanto hará, quizá un par de años. Total, anoche me acordé de ti, quien sabe por qué, si no te conozco. Y volví a tu blog, y seguía activo. Un placer volver por aquí :)

Beta dijo...

Carlos, veremos, este tío es capaz de salirse con la suya y salir indemne.

Anónimo, ¡segundo!

Cross, aún no.

Japogo, daba más miedo de joven.

Luismi, bienretornado.

Anónimo dijo...

Hacía mucho que no te leía, ahora vuelvo (porque apareces como sugerencia de amistad en mi facebook, no se como) y me encuentro esto.

Mucho mejor sin duda, veo que eres como el buen vino, con el tiempo vas mejorando.

Un articulazo, yo te fichaba para un buen periodico, la del PNV también me encantó.

Ezra