miércoles, 29 de julio de 2009

Placas y canciones

Hola,

Billinghurst con Santa Fe. Bajamos hasta Anchorena y giramos a la izquierda para acortar. De repente, en una de las casas encontramos una placa que recuerda a Borges.


- ¿Vas a fotografiar eso?
- Mujer, aquí vivió Borges.
- Pero si a tí no te gusta Borges.
- No descarto que algún día me empiece a gustar.

Caminamos unas manzanas hasta Pueyrredon. En Buenos Aires las calles tienen música, o al menos mi cabeza se la pone. Por ejemplo, si pasamos por Plaza Francia se activa un extraño mecanismo en mi cerebro que me hace tararear:

"Esperándote con ansia en Plaza Francia
la fragancia de tu rosa en mi pellejo
que no pude borrar en 4 días,
malditas despedidas,
me están volviendo viejo..."




Si vamos a San Telmo y pasamos por San Juan empiezo:

"San Juan y Boedo antiguo,
Pompeya y más allá la inundación,
tu melena de novia en el recuerdo,
y tu nombre flotando en el adiós..."


María me mira como si hubiera perdido la cabeza pero es un acto reflejo que no puedo evitar. Estamos en Pueyrredon.

- "Pueyrredon y Santa Fe, por qué vereda camina usted..."
- Joder con las cancioncitas.
- Tranquila que ésta no me la se.
- Menos mal. ¿De quién es?
- De Calamaro también, pero si quieres te canto una de Fito Páez.
- ¿También con nombre de calle?
- "El chico de la tapa ayer vendía flores en Corrientes..."
- No gracias, déjalo.

Unos metros después...


¿Borges otra vez? ¿En cuántas casas vivió Borges? Y sobre todo, si en Pueyrredon vivió desde el 29 al 39 y en Anchorena del 38 al 43, ¿Porqué los años 38 y 39 mantuvo dos casas? ¿Alguien ha investigado eso? ¿De quién se escondía? ¿Para qué necesitaba un segundo domicilio? ¿Acaso tenía una amante?

Y caso de que se trate de un error, ¿qué fabricante de placas conmemorativas se está llevando comisiones por hacer placas que recuerden que en esa casa vivió Borges?

Besos.

Beta

lunes, 27 de julio de 2009

Religión (2)

Hola,

Este post quizás sea continuación del anterior. Junto al cementerio de la Recoleta, en el que descansan los huesos de Evita (y que yo no he ido a ver), hay una iglesia colonial en la que me encontré este cristo tan argentino.


No soy ninguna experta, pero casi todos los cristos que he visto o bien estaban crucificados, o bien arrastraban una cruz, o bien tenían cara de predicador autocomplaciente adoctrinando a un grupo de feligreses, o bien cara de David Copperfield haciendo un milagro. Este, en cambio, es un cristo creíble, un cristo que no llega a fin de mes, con problemas de hipoteca y que se lamenta de su mala suerte. Parece tener cara de estar preguntándose qué es lo que ha hecho mal para que le hayan puesto esa corona de espinas mientras se repite resignado que "más cornadas da el hambre". Es un cristo que tiene hora en el psicoanalista los martes a las cinco de la tarde. Mola.

Besos.

Beta

miércoles, 22 de julio de 2009

Religión

Hola,

En Argentina, como en el resto del mundo, Dios es uno y tres a la vez. La diferencia es que aquí no hablamos del padre, del hijo y del espíritu santo sino de Gardel, Evita y Maradona. Hay un cuarto Dios -el Che-, abriendose camino con innumerables biografías, documentales y películas sobre su persona en las estanterías de El Ateneo, pero es un Dios que renegó de su condición de tal al renunciar a la ciudadanía argentina y preferir edificar su iglesia en Cuba, el Congo o Bolivia.

El Ateneo era un antiguo teatro que ha sido reconvertido en librería. Teniendo un lugar así donde comprar libros a una se le quitan las ganas de ser analfabeta.


Venden de todo pero me llama la atención la cantidad de libros que hay dedicados a Fidel, al Che o a Hugo Chávez. Tengo la sensación de que, en este lado del planeta, las cosas funcionan a otra velocidad y que el 2009 no es siempre el 2009. Los DVDs cuestan entre veinte y treinta pesos de media (entre cuatro y seis euros), así que por ese precio me arriesgo a que no se vean en mi reproductor de zona 2 y me llevo tres de Les Luthiers.

A la salida paramos un taxi. Lo conduce un viejecito de alrededor de noventa años. Le decimos que queremos ir al 1929 de Pedro de Mendoza, junto a La Boca. Nos han recomendado visitar la Fundación PROA donde se organizan unas exposiciones estupendas. Diez minutos más tarde estamos en un descampado bajo dos autopistas que sobrevuelan nuestras cabezas. "Esto es Pedro de Mendoza, ¿qué número me dijeron?". La calle está sin asfaltar y una jauría de perros sin collar olisquea el exterior del taxi. "Tiene que ser más adelante", explica el conductor. "Es junto a Caminito, en la Boca", le explicamos. Su avanzada edad, en cierto modo, nos tranquiliza ya que no parece en condiciones de bajarse los pantalones y violarnos entre alaridos de pánico. Evidentemente se ha perdido. Un tipo con cara de haber desayunado vísceras humanas pasa a nuestro lado y se nos queda mirando. Nosotras echamos el seguro del coche pero el viejito se detiene y baja la ventanilla. "Flaco, ¿cómo llego a Caminito?", le pregunta al malevo. Este le hace un gesto indicando que todo recto. Estamos rodeadas de chabolas en pleno centro de Buenos Aires y comenzamos a entender porqué en éste país Chavez no parece tan bufón como en el nuestro y porqué los mitos del Che y de Fidel siguen aún vigentes.

Finalmente llegamos. La Fundación está a menos de diez metros del célebre Caminito que el tiempo ha borrado, que juntos un día nos viste pasar, he venido por última vez, he venido a contarte mi mal. El taxista nos pregunta si llevamos anillos o pulseras. Le decimos que no, y nos explica que es una zona peligrosa en la que hay que andarse con cuidado. Sin embargo bajamos del coche y lo primero que nos cruzamos es un grupo de japoneses haciendo fotos a cuanto les rodea y un par de policías contemplando la escena. No parece inseguro pero, quizás, conviene no alejarse demasiado. En la Fundación PROA vemos una expo con fotos de Andreas Gursky, que nos encanta. Luego damos una vuelta por La Boca. Es posiblemente el barrio más popular de Buenos Aires y en él cualquier lugar parece bueno para montar una portería de fútbol.


Caminamos unos metros y nos encontramos con la Santísima Trinidad saludándonos desde un balcón.


Y un poco más adelante un Maradona de carne y hueso ofreciéndose para que te hagas fotos con él a cambio de unos pesos.


Yo prefiero marcar la casilla de fines sociales y no financiar a la iglesia, por muy Maradoniana que ésta sea.

Besos.

Beta

lunes, 20 de julio de 2009

Valiente

Hola,

Me gustaría saber qué cara pongo cuando me corro. Quizás lo sabría si me grabara o lo hiciera delante de un espejo aunque, esta última opción, posiblemente no funcionara porque cuando llega el momento suele pillarme con los ojos cerrados. Puede parecer contradictorio lo de correrse con los ojos abiertos mientras ves un videoclip pero eso algo parecido a eso es lo que me ha pasado al ver el último clip de los Vetusta que se estrena precisamente hoy. Para los que no hayáis ido nunca a uno de sus conciertos ahí va una muestra de lo que os perdéis. Yo voy a darme una ducha fría.




¿Cuántos orgasmos caben en cinco minutos y dieciséis segundos?

Tenía otro post escrito para hoy pero lo aplazo por unos días.

Besos.

Beta

jueves, 16 de julio de 2009

Mujer rica, mujer pobre

Hola,

Sé que el mundo es un lugar injusto, que hay gente que merece más de lo que tiene y que algunos tienen mucho más de lo que jamás debieron tener. Todo eso lo sé, pero al sentarme a escribir este post prefiero olvidar cualquier tipo de rollo moralizante. Ahí voy.

Uno de los grandes atractivos que tiene Buenos Aires para una madrileña de vacaciones en el 2009 es que te permite la oportunidad de sentirte rica. No inmensamente rica pero sí bastante rica. No me refiero a la riqueza cultural, ni emocional, ni a esas chorradas de la "riqueza de espíritu" de la que hablan los curas, me refiero a la pasta, al dinero, al vil metal, a la plata. Conozco gente que disfruta haciendo puenting, o jugando a la play, o viendo un partido de fútbol, o siendo penetrada simultáneamente por cinco raperos negros con escasos conocimientos de matemáticas, pero aquí he descubierto el tremendo placer que me provoca el sentirme rica. Soy consciente de que no es más que una ilusión, de que no es más que el efecto de esa maravillosa droga llamada "devaluación" que transforma cada uno de mis euros en cinco con cuarenta pesos, y soy consciente de que cuando sus efectos pasen regresaré a mi vida pobre y miserable. Pero mientras ese momento llega, estoy dispuesta a jugar a que soy Grace Kelly en el país de las maravillas.

Llegamos a Puerto Madero atravesando el puente de Calatrava (los hace todos iguales), que aquí se llama "el puente de la mujer".


No sé nada de arquitectura pero un arquitecto amigo sostiene que Calatrava no es más que un cantamañanas. Es posible que los valencianos que tuvieron que achicar el agua del auditorio de la Ciudad de las Artes pocos días después de su inauguración, o los venecianos aterrados por el sobrecoste de su puente estén de acuerdo, pero yo creo que siempre habrá en el mundo un alcalde cateto dispuesto a presumir de tener un Calatrava con el que cruzar el río.

En Puerto Madero está el Faena. Es un hotel de cinco estrellas diseñado por Philippe Starck y ubicado en un antiguo edificio industrial. Accedes al vestíbulo a través de un pasillito ajardinado. Allí te espera el mito de la argentina tía buena hecho realidad.

- ¿Has visto qué tía? (...) ¿Que si has visto qué tía? (...) ¡¡Reacciona!!

En estado de shock y con Miss Buenos Aires en nuestras retinas caminamos hasta la cafetería. Hemos leído que Maribel Verdú era una asidua mientras estuvo aquí rodando Tetro. Por desgracia no nos la encontramos. Nos pedimos un café francés y un licuado de frutilla sin saber muy bien qué es lo que estamos pidiendo, pero como somos ricas aparentamos que eso es lo que desayunamos cada mañana. Saco la cámara para inmortalizar el momento. Primero fotografío a uno de los ciervos, o antílopes, o lo que sean de la pared...


... luego el detalle de una de las lámparas...


... y en ese momento se nos acerca una de las camareras y nos dice que está prohibido hacer fotos. Cuando te vuelves rica te vuelves arrogante y si a una rica arrogante le prohíbes hacer fotos se escandalizará, te mirará con aire de superioridad y te prometerá no volver a pisar nunca más ese sitio. Philippe Starck está sobrevalorado, el licuado de frutillas es un triste granizado de fresas y la luz de local es lúgubre y deprimente. No pienso dejar propina.

Al día siguiente lo intentamos en el Hyatt. Está en la calle Alvear que es como la calle Serrano de Madrid. Son las cinco de la tarde y nos dicen que, a esa hora, la cafetería del hotel se convierte en un salón de té. "Estupendo, nos tomaremos un té. Verde a ser posible". Nos acompañan hasta un salón en el que una chica toca la guitarra frente a una colección de bizcochos y pastelillos.


El té con scones cuesta ochenta pesos. Te lo sirven tres serviciales camareras. De repente nos sentimos dentro de una burbuja. Es posible que los periódicos hablen de crisis, de desempleo, de gripe A y de corrupción pero a mí lo único que me interesa es que María no se termine el dulce de leche y me deje un poquito para rebañar.

De repente entra en el salón un tío con falda. Le sigue una guapa... "¡coño, ¿esa no es Assumpta Serna?". María no tiene ni idea de quien es Assumpta Serna. No la culpo pero yo tengo unos amigos que asistieron a un taller de interpretación que ella impartía y reconozco perfectamente su cara. Es guapa. Se mueve como si fuera Gloria Swanson en "Sunset Boulevard" pero ya le hubiera gustado.

En el fondo es como nosotras. Todas tratamos de aparentar, ser quien en realidad no somos.

Besos.

Beta

lunes, 13 de julio de 2009

Lealtad

Hola,

Ahí os dejo eso:

Francisco

Hace unos meses que duerme con antifaz y tapones en los oídos. Tiene dificultades para conciliar el sueño y busca cualquier remedio para aliviar su insomnio. ¿Pastillas? Valencia es tierra de pastilleros pero él prefiere mantenerse al margen. Es domingo, acaba de levantarse. Aún lleva puesto el pijama de seda azul marino con el que ha pasado la noche. Se enfrenta a los periódicos. Alguien le telefoneó la tarde anterior para advertirle de que El País del día siguiente "vendría calentito" y sacaría varios reportajes sobre su persona. Tienen tantas ganas de hacerme daño. Ahí está, en la portada, y nada menos que por duplicado. ¿Acaso no tienen otra cosa de la que hablar? "El espejo roto de Camps", titulan. ¿Qué sabrán ellos? Pasa las páginas en busca del reportaje. ¿Y esa foto? ¡Qué hijos de puta! ¿Porqué tienen que poner una foto de hace quince años? No, perdón ¡Dos fotos!


Estoy bastante cambiado. Entonces aún tenía pelo. Ya notaba que se me caía, pero uno nunca quiere ponerse en lo peor. Creía que había tratamientos que lo frenarían. Hice todo cuanto estuvo en mi mano: hierbas, lociones, suplementos vitamínicos, pero no fue posible. No se puede frenar lo irremediable. Si te tienes que quedar calvo terminas quedándote calvo. Me acuerdo cuando Isabel me decía que no me preocupara, que el atractivo no estaba en el pelo. Puede que ese sea un argumento válido para otras personas, pero no para mí. Yo vivo de mi imagen y represento a un pueblo. Si la naturaleza no me hubiera jugado la mala pasada que me jugó es posible que la vestimenta no se hubiera convertido en algo tan importante. Lo que se pierde por un lado hay que ganarlo por otro. Y todos esos que piensan que todos los trajes son iguales estan muy equivocados. Lo piensan porque nunca han tenido un buen sastre. ¿He dicho buen sastre? Maldito bocazas. Uno nunca sabe dónde puede estarte esperando el enemigo. La política es así (...). Sin embargo, la otra foto que han puesto sí que me gusta.


La gente tiene muy poca memoria. Espero que Mariano capte el mensaje. Yo sé que lo ha captado. En esta vida las cosas no son gratis. Yo hubiera podido respaldar a Esperanza pero ahí estuve cuando se me necesitó, sujetando el paraguas, aguantando el chaparrón. Ahora le toca a él.


Mariano

- ¡Paco!
- ¡Presidente!
- Has leído lo de El País, ¿no?
- No saben hablar de otra cosa. ¿Porqué no hablan de los cuatro millones de parados? Eso claro, no les interesa. Mejor cebémonos con Camps. Esto es un linchamiento, presidente.
- Lo sé. ¿Y eso que contaban de los contratos troceados?
- Cosas que se inventan, ya no saben qué inventarse. Pero todo es mentira. Podemos estar tranquilos.
- ¿Estás seguro?
- Sabes que yo no te engañaría nunca, presidente. Yo no. Otros no lo sé, pero yo no. Sabes que cuando me necesitaste estuve ahí, que cuando la madrileña quiso moverte la silla yo no lo dudé un instante y fui el primero en dar un paso al frente para defenderte. Me conoces presidente y sabes que te aprecio, y que te quiero un huevo, coño. Y si tuviera que volver a ponerme a la cabeza para que te eligieran presidente volvería a hacerlo. Una y mil veces, Mariano, una y mil veces.


Cuelga el teléfono y duda.

Rajoy siempre fue un niño modelo. Como estudiante de pantalón corto en León, como adolescente en Pontevedra, como universitario en Santiago, Mariano Rajoy siempre hizo lo que de él se esperaba y siempre recibió por ello una palmadita paterna en la espalda. También cuando, en tiempo record, se sacó la oposición a registrador de la propiedad tal y como su padre quería. Las palmaditas le hacían feliz.

A los treinta y cinco llegó la llamada de Aznar. "Quiero que seas el vicesecretario del partido", le dijo. Era la oportunidad para dar el gran salto y para recibir su bautismo político. Rajoy aceptó y se dijo a sí mismo que, también entonces, sería un niño bueno. Siguió a su "padre político" en la oposición y en el gobierno sin flaquear ni un solo momento y cuando Aznar tuvo que designar sucesor Rajoy volvió a tener su palmadita.

Lo siguiente fue una derrota en las elecciones y cuatro años viendo cómo el sector más aznarista del partido tejía la "teoría de la conspiración". El objetivo de la teoría era salvar el culo a su padre político de las mentiras de los días 12 y 13 de marzo del 2004. Daba igual que estuviera o no de acuerdo con aquella estrategia, lo que tenía claro es que, pasara lo que pasase, él sería fiel a quien le había llevado hasta allí.

En el 2008 una nueva derrota en las urnas le convierte en un cadáver político. Estaba muerto pero Camps acude a resucitarle. Igual que con Aznar, igual que con su propia familia, Mariano prometió entonces fidelidad a quienes le resucitaron en el Congreso de Valencia.

Se lo debo. En cierto modo estoy en este despacho gracias a él. A fin de cuentas se trata de unos trajes, ¿qué importancia tienen unos trajes? Además, dice me quiere un huevo. Quizás no sea tanto.

Besos.

Beta

miércoles, 8 de julio de 2009

Taxi a Palermo

Hola,

Los fines de semana ponen un mercadillo en La Recoleta que nos han recomendado. No nos gusta. La artesanía no es lo mío. Tampoco debe ser lo de quien hizo esta pintada.


Después queremos ir a un asador que nos han recomendado en Palermo así que paramos un taxi. Todo el mundo sabe que para mí los taxistas son, junto a los pederastas, los periodistas deportivos, la familia Aznar, el Vaticano, los nacionalistas llorones y la ministra González Sinde el eje del mal, pero es que en Buenos Aires puedes recorrerte media ciudad en taxi por dos euros y la ciudad entera por cuatro, así que estoy dispuesta a aparcar mis prejuicios por unos días.

- Vamos a Fitz Roy con Costa Rica.
- ¡Españolas!

Por mucho que intento disimular el acento me cazan en cuanto abro la boca. El taxista es un tipo de unos cincuenta años, muy moreno, medio calvo y con aspecto de estar recién levantado. "Mi padre tuvo una novia española... de Alicante. ¿Alicante está en la playa no? Sí, de Alicante. Le llevaba firme la gallega. Mientras estuvo con ella tenía el departamento reluciente, todo ordenadito. Pero él es de origen paraguayo y un paraguayo no deja que una mujer le de órdenes. Aún vive, pero ya no está con ella. ¡Cómo era la gallega! ¡Qué limpio tenía el departamento!. (...) El otro día llevé al actor más importante de España... a José Sacristán. Desde el centro hasta la embajada. No sé porqué le cobré los seis pesos... a José Sacristán. Estaba haciendo una representación en el teatro con José Soriano, uno de los grandes de aquí. ¿Conocen a José Soriano? Pero ya terminó. El viene mucho por Buenos Aires, no sé, le debe gustar. Aquí tenemos de todo. Buenos Aires gusta mucho a los europeos. A los españoles se les trata bien.Pero a mí el que me gusta ahora es ese otro actor, el gordito. ¿Cómo se llama? Segura, el de Torrente. Muy buenas películas. Me he visto la uno y la dos. La tres todavía no. Tengo que conseguir el "dividí". ¿A ustedes les gusta? Muy buenas películas. (...) Y el último disco de Raphael ¿lo escucharon? Muy bueno. Aquí gusta mucho. Canta una canción con Pimpinela. ¿Conocen a Pimpinela? Y canta con Sabina y con Rocío Durcal también. A mí me gusta mucho Raphael. Y Camilo Sexto. ¿Aún canta Camilo Sexto? Yo hace mucho que no lo oigo. Pero a mí me gustaba. Eso de la derecha es la militar. Ahí hice yo el servicio militar. Fue cuando la guerra de las Malvinas. Menudo el Galtieri. ¿Y Demi Rusos? Tuvo que salir de aquí porque dio un concierto y no se puede dar un concierto poniendo la música de un disco y moviendo la boca, eso no se puede hacer. ¿Ese no es español, no? (...) ¿Me dijeron Uriarte con Costa Rica? ¿Antes o después del cruce? Trece pesos. Pásenla bien. ¿Quieren mi tarjeta?".

Palermo es el barrio de moda de Buenos Aires. Se divide en dos: Palermo SoHo y Palermo Hollywood. La división la marca una vía del tren. Lo de SoHo no sé a qué viene, pero lo de Hollywood se debe a que en la zona hay unos cuantos estudios de radio y de televisión. De día Palermo Hollywood está muerto. No tiene tiendas, únicamente restaurantes. Palermo Soho, en cambio, es una zona mucho más comercial. Las tiendas aquí tienen un horario extraño. Muchas no abren por las mañanas. Tanto un Palermo como el otro son una zona de casas bajas, una especie de Village. Esta foto da una muestra de cómo es.


Las tiendas de Palermo no son especialmente baratas y eso que estos días están comenzando las rebajas. Hablando de rebajas, aquí pongo una foto de cómo anunciaba las suyas una tienda de la Calle Honduras.


Como en el mundo no hay nada mejor que una vendedora argentina enloquecida entramos a echar un ojo. Falsa alarma. Por desgracia todas estaban bastante cuerdas y no eran especialmente guapas. También nos llamó la atención el escaparate de esta otra tienda en la que un grupo de diseñadores venden su ropa.


En esta sí picamos y yo me compré unos guantes por ochenta y cinco pesos (menos de veinte euros).

Esto es todo por hoy.

Besos.

Beta

domingo, 5 de julio de 2009

Un día en las carreras

Hola,

Los caballos son mamíferos de cuatro patas que aparecen en las películas del oeste y a cuyos lomos se suben unos señores con plumas llamados índios. Stop. Hasta ahí llega toda mi sabiduría sobre el mundo del caballo. Sin embargo, me han recomendado que visite el hipódromo de Buenos Aires "Tienes que ir al hipódromo y cenar mientras apuestas en las carreras. No puedes ir a Buenos Aires y no pasar por el hipódromo". Obedezco porque lo de las apuestas no suena mal.

Creo que en Buenos Aires hay dos hipódromos pero el que a nosotras nos pilla más a mano es el de Palermo. Las carreras son desde las dos y media hasta las diez de la noche.

A las puertas del hipódromo unos vendedores nos ofrecen una revista sobre caballos al precio de dos pesos, pero nos las damos de listas y pasamos de largo. Nuestra primera sorpresa es que para entrar en el hipódromo no hay que pagar entrada. La segunda es que no hay señoras con pamela sino que el público lo componen, en su mayoría, tipos sacados de una película de Elia Kazan de los cincuenta con cierto aire malévolo (o como dicen aquí "malevo"). Lo primero que nos encontramos es una especie de plazoleta alrededor de la cual los caballos dan vueltas para ser mostrados al público. No entendemos mucho pero el número nueve es mucho más alto que los demás. "Hay que apostar al nueve, tengo una corazonada". A unos metros hay una cabina en la que se recogen apuestas.

- ¿De cuánto es la apuesta mínima?
- De un peso.
- ¿Y la máxima?
- De lo que usted quiera.
- Pues... diez pesos al número nueve. ¿Sabe usted cómo se llama el numero nueve?
- No lo sé. Esa información viene en las pantallas.

Cinco minutos después escuchamos por los altavoces que comienza la carrera. Nosotras no vemos nada. Subimos corriendo a una tribuna para tener mejor perspectiva. Finalmente vemos asomar una nube de polvo a lo lejos. Allí están. Allí vienen. ¿Cuál es el número nueve? Ni idea. Por la megafonía dicen que el cuatro va en cabeza seguido por el siete y que el seis viene por fuera. ¿Y el nueve? ¿Porqué no dice nada del nueve? Los caballos cruzan la meta y no nos hemos enterado de nada. Ni siquiera cuando han terminado logramos distinguir cuál es el número nueve ni en qué puesto ha quedado. Decepción. Le preguntamos al señor que está a nuestro lado que quien ha ganado y nos dice que el siete. "Mierda", decimos al unísono.

-¿Por cuál habían apostado?.
- Por el nueve.
- Pero si el nueve se pagaba a 37 pesos. Era el que más se pagaba. Ese no tenía ninguna "chance".

Nos preguntamos cómo sabrá este hombrecillo a cuánto se pagaba el nueve y nos muestra una enorme pantalla donde aparecen reflejadas las apuestas. Somos tontas. Hemos apostado al que nadie quería. Nos hemos dejado llevar por el aspecto del caballo y todo el mundo sabe que la belleza de las personas y de los caballos está en el interior. Además, por lo que acabamos de comprobar, los caballos altos son los más torpones. Habría sido mejor apostar a uno de los chiquitillos, que seguro que son más ágiles y rápidos.

El tipo de nuestro lado estudia un panfleto. Le preguntamos qué es y nos dice que es el programa del día. Le preguntamos dónde lo ha comprado y nos muestra el mostrador donde los reparten. Corremos a por un ejemplar y... ¡eureka! aquí vienen todos los datos que necesitamos. Vienen los nombres de todos los caballos, los nombres de sus jinetes, sus cuadras... Hemos apostado a ciegas pero ahora las cosas van a cambiar. Nos estudiamos ansiosas los caballos de la siguiente carrera, la décima.

El número uno se llama Horse on fire. Ese es nombre de caballo ganador. Según nuestro panfleto pertenece a una cuadra llamada Doña Coty. Doña Coty tiene nombre de protagonista adinerada de culebrón. A mí me gusta pero a María no. Ella duda entre el ocho, Anjiz ciclón, el siete Class road y el diez Macho Tauro. "No cojas a Anjiz ciclón porque es el que menos se paga. Si ganas te darán dos pesos por cada peso apostado y será casi como si no hubieras ganado". Ella duda, necesita más información. Me dice que vayamos a ver si son grandes o pequeños. Corremos hasta la plazoleta donde se muestran los caballos. Horse on fire ya no está pero sí vemos al número ocho.


El jinete es un enanito. Yo siempre he tenido la teoría de que las personas bajitas se gastan muy mala hostia pero no sabemos si, en este caso, eso es bueno o malo. María no está convencida. Se nos acaba el tiempo. Vuelta al mostrador de apuestas. "Veinte pesos para Horse on fire. Es el número uno. Gana seguro", digo yo dándomelas de entendida. "Veinte pesos a Macho Tauro, el diez, pero verás como el que gana es el ocho", dice ella nada convencida.

Regresamos hasta la tribuna y a esperar. Anuncian el comienzo de la carrera por la megafonía. "Partida de la décima carrera. A la cabeza el número uno, seguido del nueve y el cuatro (...)". ¿Ha dicho el uno? ¡El uno es el mío! "El cuatro en cabeza y tras él, el ocho y el nueve que avanza por fuera. El nueve se pone en cabeza seguido del ocho. El nueve con medio cuerpo de ventaja. El nueve domina con claridad. El nueve se impone con gran superioridad seguido del ocho".

- ¿Ha dicho que ha ganado el ocho?
- No, ha ganado el nueve.
- Pero algo ha dicho del ocho.
- Ha ganado el nueve y el ocho ha sido segundo.
- ¿Ves? Te lo dije. Tenía que haber apostado al ocho.
- No habrías ganado nada, ha quedado segundo.
- Seguro que algo me habrían pagado. Te dije que ganaría el ocho.
- El mío ha empezado el primero.
- Tenía que haber apostado por Anjiz Ciclón. Tenía una corazonada. ¡No vuelvo a hacerte caso!
- Oye, no la pagues conmigo, que yo no te he obligado a nada.

María me arrebata el programa de un tirón.

- No tienes ni puta idea. La próxima no me digas nada y déjame apostar a quien yo quiera. (Escudriña la lista con atención) No hemos tenido en cuenta cuáles habían sido sus últimos resultados, ese ha sido el problema. Veamos... en la siguiente... No hay ninguno que haya ganado antes pero Glorioso Bell ha quedado varias veces segundo y tercero.

¿Glorioso Bell? ¿Va a apostar a un caballo llamado Glorioso Bell? Yo no pienso decir nada pero eso sí que es no tener ni puta idea. A mí me gusta un tal Embelesado, que pertenece a una cuadra llamada "Las dos nenas", pero está claro que Embelesado tampoco es nombre de caballo ganador. La cosa está entre Old Tradford, que es un nombre que me suena no sé porqué, y Lovely Smile. Es evidente que tiene que ser un nombre inglés. Los ingleses tienen mucha tradición de caballos y estoy segura de que el primer requerimiento de un caballo ganador es tener un nombre inglés. Además, la carrera anterior la ha ganado un tal Mellow Price con lo que se confirma que mi teoría es cierta.

- ¿Cuánto vas a apostar?
- Cien pesos.
- ¿Estás loca?
- Cien pesos no son ni veinte euros.
- Tía, has perdido la cabeza. No tenemos ni puta idea de caballos.
- Tú, no tienes ni puta idea. Yo dije que en la anterior ganaba el ocho y quedó segundo.
- Haz lo que te de la gana.

Volvemos al mostrador de apuestas. María apuesta cien pesos a Glorioso Bell. Está loca pero yo no pienso discutir. Yo apuesto ochenta a Lovely Smile.

Los caballos se van hasta la línea de salida y nosotras decidimos que, esta vez, nos acercaremos a una de las pantallas de televisión porque es la única forma de ver la carrera enterándote de algo.


Le pregunto si se ha fijado en cómo iban las apuestas. Se golpea la frente y grita que... ¡no! Yo tampoco. ¡Error!

- Glorioso, número cuatro dónde estás... ¡seis pesos! El mío a seis pesos. ¿Y el tuyo?

Un escalofrío me recorre el cuerpo. Confirmo que mis ojos no me engañan. ¡¡El puto Lovely Smile se paga a 116 pesos!! ¿Pero a qué caballo he apostado, a uno con tres patas? ¡¡¡Mierda, mierda y mierda!!! Me he puesto nerviosa con tanto tú no tienes ni puta idea y no he mirado cómo iban las apuestas. ¡¡¡Ciento dieciséis pesos, no tengo ninguna oportunidad!!! "Míralo por el lado bueno -me consuela María-. Si ganas te llevas... ¡¡ocho mil pesos!!". ¿Ocho mil pesos? Los ojos se me abren como platos. ¿Eso cuántos euros son? ¡Más de mil quinientos euros! ¡¡¡Dios!!!

"Largada de la undécima carrera. El ocho y el cinco pelean por la cabeza seguidos por el cuatro y, un poco más alejado, el catorce". María está casi colgada de la pantalla. Yo prefiero no mirar. Puto Lovely Smile, nunca olvidaré tu nombre. "Quinientos metros para el final con el ocho, el cinco y el catorce en cabeza. El cinco comienza a perder fuerza mientras el catorce se destaca. El catorce con dos cuerpos. El catorce con cinco cuerpos de ventaja. ¡Victoria contundente del catorce con más de cinco cuerpos de ventaja sobre el ocho y el diez!".


"¡Jamelgo de mierda, que no sirves ni para filetes!", le grita María a la pantalla ante la mirada estupefacta de un grupo de tíos. Yo, desconsolada, me llevo las manos a la cabeza. El suyo ha quedado séptimo y el mío ha sido penúltimo.

- ¿Cuánto hemos perdido?
- Cien, ochenta, más cuarenta, más diez de la primera... doscientos treinta pesos.
- ¿Y eso cuánto es?
- Algo más de cuarenta euros.
- Pfff ¿cuarenta euros? Como una cena barata en Madrid. ¿Nos vamos a cenar?
- Si, pero no aquí, yo paso del hipódromo y de los putos caballos. No vuelvo, yo aquí no vuelvo.
- Tranquila, tampoco creo que te fueran a dejar entrar-, digo yo.

Besos.

Beta

miércoles, 1 de julio de 2009

Con C, de Corrientes y Casciari

Hola,

He estado en el teatro. Si una está en Buenos Aires tiene que ir al teatro. Tenía unas invitaciones esperándome en la taquilla de "Más respeto que soy tu madre" por cortesía del propio Casciari y yo, por mi parte, me he comprado entradas para "Agosto".


"Más respeto..." empezó siendo un blog. Luego se convirtió en un libro. Ahora es una obra de teatro. Dentro de poco será una película. Supongo que todo aquel que escribe un blog aspira a que le ocurra algo así. Desgraciadamente, Casciari no hay más que uno y al resto sólo nos queda la envidia.

El día que fuimos a ver "Más respeto que soy tu madre" el teatro estaba hasta los topes. No debe ser casual ya que la obra está siendo un pelotazo. A unos metros del teatro, al pie del obelisco, el Partido Obrero daba uno de sus últimos mítines de campaña. Su lema es: la crisis que la paguen los capitalistas. Pura ingenuidad.


Llegamos de las primeras. Poco a poco nos fue rodeando un público de señoras mayores que nos hizo preguntarnos si nos habríamos equivocado de espectáculo. La obra ha sido adaptada por un tal Antonio Gasalla que, además la dirige e interpreta. Teniendo en cuenta que se trata de un tío que, según me contó Hernán, se ha pasado la vida interpretando papeles femeninos, temimos que se tratara de una suerte de Lina Morgan o de Juanito Navarro a la argentina. Por suerte nada que ver. Antes de que empiece la representación un grupo de "piperos" se pasea el por el patio de butacas ofreciendo "refrescos, chocolates, sugus confitados". Me recuerda a "Días de radio", pero en un teatro y con acento porteño.

Nos reímos bastante aunque, he de reconocer, que no siempre con las mismas cosas con las que se reía el resto del público. A nosotras nos hacían gracia los gags sobre la vida cotidiana en Argentina (el marido futbolero, los políticos corruptos, las sucesivas devaluaciones de la moneda...) mientras que las señoras de nuestro lado disfrutaban especialmente cuando escuchaban pronunciar la palabra "coger". Supongo que cuando llenas un teatro durante meses y meses no puedes pretender que tu público lo formen filósofos existencialistas.

Tengo la sensación de que el teatro en Buenos Aires tiene poco que ver con el teatro en Madrid, de que aquí ir al teatro es algo mucho más popular, mucho más generalizado. Supongo que cuando los dueños de Zara o de H&M se enteren de que tienen unos locales tan apetecibles en pleno centro de Buenos Aires la Argentina comenzará a "europeizarse". O quizás no. Esperemos.

Besos.

Beta