miércoles, 29 de febrero de 2012

RTVE

Interior día.

Vemos unas puertas temblando, a punto de ser derribadas. En el exterior una multitud vocifera y empuja con la pretensión de poder entrar. Finalmente la cerradura no aguanta más y salta por los aires. Un grupo de personas irrumpen en el vestíbulo del edificio como si se tratase del primer día de rebajas en unos grandes almacenes. La cámara se centra en uno de ellos, en quien parece ser el cabecilla del asalto: es un tipo delgado, con melena y gafas redondas. Viste una cazadora de pana de color marrón y unos pantalones vaqueros. Es Hermann Tertsch (o alguien que se le parece mucho). Rodeado de gente que va y viene trata de tuitear lo que está sucediendo:


¿Alguien sabe dónde está el despacho de Ana Pastor? pregunta a gritos. La marabunta se vuelve incontenible. Una mujer que bien pudiera ser Carmen Tomás escribe con un spray en las paredes del vestíbulo: "Se a acabado el socialismo, España vuelve a ser libre". La euforia es total. Un grupo entra en la redacción de informativos y comienza a saquearla arrancando las pantallas de los ordenadores y los teclados. Alguien parecido a Carlos Dávila roba las cápsulas de la máquina de Nespresso. "Solo tienen ristretto, pero es el que le gusta a mi mujer", proclama mientras se llena los bolsillos. "Hay que buscar la sala de Control, ¡La sala de control! -grita Eugenio García Serrano-. Tú, tú y tú venir conmigo, acompañarme". Con una patada García Serrano descerraja la puerta del plató desde donde se emite La mañana de la 1. Algunas viejas del público gritan asustadas.

- ¿Quién es usted?, pregunta Mariló Montero.
- Tranquila Mariló, soy Eduardo García Serrano. No tienes nada que temer. Aunque no haya trabajado nunca con tu marido tengo un gran respeto por su labor.

Entretanto Salvador Sostres ha conseguido llegar a la puerta del almacén donde se guarda el vestuario de los presentadores. De un empujón se quita del medio a la señora de la limpieza que, en ese momento, pasaba la fregona frente a la puerta del almacén y entra. Los ojos se le iluminan. Su mirada es la de un niño en una pastelería. Vestidos de todos los colores y todas las características. Largos, cortos, propios de una gala de nochevieja o de azafata del Gran Prix. Se lanza sobre ellos, los huele. Intenta arrancarles el olor que dejaron quienes los usaron. Tuitea.


Alguien grita que todo el mundo vaya al despacho de Fran Llorente. La turba avanza a carreras por el pasillo hasta el despacho del director de informativos. Al verles llegar Llorente se pone en pie. Tertsch es el primero en entrar y lo hace gritando "¡fuera de aquí!". Llorente permanece junto a su escritorio y pregunta a los recién llegados que quienes son. "Somos España", grita una voz. "Una hora le dedicaste al Congreso del PP y cuatro horas al Congreso del PSOE. ¡Eres un manipulador!", le increpa Tertsch. "Puede que se deba al hecho de que en el PSOE había una batalla entre dos candidatos mientras que el del PP había un candidato único. El interés informativo no era el mismo", argumenta Llorente intentando defenderse. En ese momento Tertsch agarra al director de los informativos por el cuello e intenta derribarle con algo parecido a una llave de judo. Llorente se aferra a su mesa y evita caer al suelo. Se escucha algo parecido a disparos pero en realidad es Carlos Dávila que está volcando las mesas en la redacción.

La directora de los informativos de Intereconomía, Pilar García de la Granja, o una chica que se le parece mucho, telefonea a su empresa y dice que no podrá acudir a trabajar. Cuando cuelga el teléfono masculla entre dientes que está harta de trabajar en una empresa quebrada con unas audiencias de mierda y que ella se merece mucho más. Su marido, un tipo que por su aspecto hace tiempo que debió cumplir los sesenta, la lleva en coche hasta la puerta del edificio de Torrespaña. En ese momento las puertas ya están abiertas. Pilar corre hacia el interior del edificio. Sabe dónde está el despacho de Ana Pastor y se dirige hacia él sin perder un solo segundo. Milagrosamente es la primera en llegar: La turba se entretiene saqueando cuanto pilla a su paso. Ana Pastor parece haber huído. Se sienta en el sillón de la presentadora de Los desayunos de TVE, se enciende un cigarrillo y tuitea.


Hermann avanza por los pasillo. Se saca la polla y orina en las paredes. Es una práctica bastante común entre determinados mamíferos cuando intentan marcar su territorio. Se la vuelve a guardar y tuitea una vez más.


Al fondo, la puerta del despacho de Ana Pastor parece abierta. Corre hacia ella echándose nuevamente mano a la bragueta. Cuando llega hasta la puerta, gritando como un salvaje y con la polla en la mano, se queda petrificado al ver que la silla de la presentadora de Los desayunos de TVE está ya ocupada por Pilar García de la Granja, que queda boquiabierta al contemplar la escena.



(continuará)

Besos.

Beta

sábado, 25 de febrero de 2012

Españoles, habla Iñaqui Urdangarín

Hola,

A las once y diez Iñaqui Urdangarín ha entrado en el juzgado. Apenas cuatro horas después aquí están sus declaraciones. No me déis las gracias, dadme un Pullitzer.

Tengo una familia que alimentar. Cinco hijos que cada mañana me miran con cara de ¿esto es todo lo que hay para desayunar? Mi mujer no atiende a las labores de la casa. Desde antes de que nos casáramos me dejó claro que ella no sería jamás la cenicienta. Y yo le prometí fidelidad ante Dios y ante los españoles. Todos ustedes pudieron verlo, hicimos un 23 por ciento de share. Durante todos estos años he visto cosas. He visto pasar dinero por delante de mí y me he resistido a cogerlo. Mi vida era como una partida de monopoli. Iba a los sitios y pagaba con tickets. ¿Sabe usted lo duro que es tener que pagar en un restaurante con tickets de comida mientras todo el mundo utiliza sus tarjetas platino? Yo no soy más que un jugador de balonmano. Hay quien quiere ver otras cosas pero eso es algo que yo no puedo controlar. A mí me hubiera gustado veranear en Soria. Siempre se lo dije a Marichalar, "te envidio por eso", le dije, pero a mí me hicieron duque de Palma. Pusieron un timón de barco entre mis manos y me arrojaron al océano. No pude hacer nada para impedirlo. No soy un rebelde, lo reconozco. Mi educación no ha sido esa. Jamás puse un pie en la escuela pública. Me enseñaron a ser obediente, a aceptar el destino como viniese, a creer en Dios. Lo que hice lo hice por él. Nadie me dijo que aquello estuviera mal. La gente se acercaba a mi y me pedía favores. Yo era... el yerno bueno. No podía defraudarles. Acepto lo que me ha sucedido pero mentiría si dijera que conocía todas las implicaciones de mi cargo. Ya le he dicho que no soy más que un jugador de balonmano, y no demasiado bueno. Soy bueno en defensa, sí, pero en ataque... se me iban todas fuera. Nunca he tenido malicia. Cuando tenía que tirar un penalty era incapaz de engañar al portero contrario. Miraba al lugar por donde iba a tirarlo, soltaba el brazo y fallaba. Todos fallamos. El ser humano es falible. Dios no. Pero yo no soy Dios, nunca he jugado a serlo. ¿Puede darme un vaso de agua?

Matas era un buen hombre. Había sido ministro, ¿cómo iba yo a desconfiar de él? Cada vez que me reunía con él, a la salida, me encontraba con un puñado de billetes en los bolsillos. Yo no sabía cómo habían llegado hasta allí. Lo suponía pero no tenía la certeza. Tenía sospechas pero nada más y nadie puede ser condenado por sospechas. Además, lo que sí le puedo decir, es que era un hombre volcado con su comunidad. Todo lo que hacía lo hacía por las Baleares. Enriqueció a las islas. Pero las islas no son más que un ente abstracto. Para enriquecer a las islas había que enriquecer a personas concretas, personas que se prestaran a ello. ¿Yo me presté? Quizás, pero no lo hice por mí, lo hice por las islas. Puede que el dinero me lo diera a mí pero yo estaba dispuesto a devolvérselo a la comunidad gastándomelo en las islas... al menos una parte. Sí, también nos compramos el palacete de Barcelona pero, a fin de cuentas, Barcelona también forma parte de España y yo reinvertí mi dinero en España, aposté por ella, intenté dar credibilidad a un país que lo estaba pasando mal. Es cierto que tengo una casa en Washington, no lo voy a negar, pero ¿acaso no vivimos en una aldea global? Sí Wall Street estornuda todos nos resfriamos, eso es así. O al menos así lo veo yo, que no soy más que un humilde jugador de balonmano. Y si quieres que te tomen en serio tienes que estar en los lugares importantes, por eso nos mudamos a Washington.

El rey estaba al corriente de mis actividades. Al principio siempre me preguntaba. "¿Qué tal con Cristina?", me decía. Daba igual cuál fuera la realidad, mi respuesta ante aquella pregunta sólo podía ser que las cosas iban bien. En realidad así era, yo soy un jugador de balonmano, un deportista, y eso era lo que la infanta necesitaba. Puede que algunas veces fingiera, pero puedo garantizarte que en el noventa por ciento de las ocasiones aquella cara no era la de alguien que estuviera fingiendo. He conocido a muchas mujeres, bueno a alguna mujer, y sé de lo que estoy hablando. A su majestad había que darle lo que necesitaba. Bastantes problemas tenía ya con sus otros dos hijos. En cierta medida nosotros éramos su refugio, su esperanza de que las cosas podían salir bien. Y eso no es gratis. Tener satisfecho a un rey (y a una reina, porque la reina era aún más exigente que él) es una labor muy ardua que no puede hacer cualquiera. Me acuerdo de un partido contra Francia donde nadie daba un duro por nosotros. Ellos eran los campeones y nosotros éramos un grupo de jóvenes con ilusiones. Ganamos 21 a 18 y todos aquellos que confiaron en nosotros se vieron recompensados. Aquí se trataba de lo mismo, de ganar el partido. Y lo ganamos. Cuando su majestad quería un nieto ahí estábamos nosotros para dárselo. Cuando quería una pizza yo no tenía ningún problema en levantar el teléfono y llamar a la embajada italiana para que nos pidieran una. Estuve cuando se me necesitó. Nunca me escondí. No pienso hacerlo ahora. Sí, me pidió que dejase mis actividades pero sólo lo hizo una vez... y con la boca pequeña. Usted sabe, a veces decimos cosas que en realidad no sentimos. Puede que su cabeza le dijera que me pidiera aquello pero, desde luego, su corazón no, y yo no soy nadie para ir en contra de los deseos de su majestad.

Los periódicos tienen que sobrevivir. Acaba de cerrar el diario Público. ¿Es eso lo que queremos? Tienen que vender papel y a veces no es fácil rellenar tantas páginas. Sé que estoy pagando un precio por ser quien soy, sé que no se me trata como a un imputado más, pero no me importa. Creo en la justicia de este país y creo que los jueces no están ahí para condenar a hombres buenos. Los jueces tienen que perseguir el delito y tenemos que apoyarles en su complicada misión. Yo, por mi parte, solo puedo ofrecer mi colaboración. Eso es lo único que tengo, mi colaboración y, quizás, algo de dinero, pero nada más. No tengo más. Soy una persona transparente, tengo el techo de cristal. Siempre me han gustado los descapotables. ¿Sabe usted lo que cuesta un Mercedes CLK descapotalbe? Es fácil hablar sin saber. Eso es lo que hacen los periodistas. ¿Porqué se cree que he venido a declarar en un utilitario? Estoy aquí para facilitar las cosas, a usted, señoría, y a todos los medios que están esperándome ahí afuera con sus flashes. ¿Puedo irme ya?

Besos.

Beta

lunes, 20 de febrero de 2012

Diez cosas que no deberían volver a suceder en la gala de los Goya

Hola,

Han pasado unas horas y todos hemos podido reflexionar sobre lo que vimos ayer. Ahora, con la cabeza fría y más serenidad, es el momento de hacer un repaso y pensar en qué cosas que no deberían volver a ocurrir en la gala de los Goya si queremos que -como dice Rajoy-, este vuelva a ser un país serio.

1.- Antonio Resines no debe volver a intentar rapear. No le da, se le atascan las palabras, no le salen. Resines siempre fue un actor simpático que hacía bien de sí mismo. Dejamos que las cosas sigan siendo así y no intentemos que se convierta en Eminem.

2.- Cayetana: Algún juez debería dictar una orden de alejamiento para que Cayetana Guillén Cuervo no pudiera acercarse a los premios Goya. No es graciosa, no lo ha sido nunca. Cierto es que ha tenido que tratar toda su vida con una familia problemática, que su madre perdió la cabeza hace treinta años y que su padre desayuna cada mañana un buen tazón de ego con Cola-Cao, pero ninguna de esas dos cosas deberían servir para justificar que ella o su hermano nos torturasen a los demás. Cayetana haz como Garci y quédate en casa, please.

3.- Belén Rueda. Una de las pruebas más evidentes de que en España hemos vivido por encima de nuestras posibilidades es que Belén Rueda se ha pasado los últimos años intentando hacerse un currículum como actriz. No, Belén, ese no es tu mundo. Y otra cosa, no acudas a la gala en un descapotable en una noche de ventolera, ese peinado a lo Farrah Fawcett dejó de estar de moda cuando tu ex Dani Ecija aún realizaba VIP Noche.

4.- El discurso del presidente. Vale que eres el presidente, vale que das un miedo de la hostia y vale que tus compañeros de profesión te han votado, pero eso no te da derecho a hundir la audiencia de la gala de esa manera. Y menos aún para sacarte la polla y decir que aún no controlas el negocio de internet. El cine está cambiando sus canales de distribución y todos sabemos que eso no es bueno para tu negocio, pero en el mundo hay otros seres humanos que tambien pueden intentar desarrollar nuevas formas de distribuir películas. Tuviste tu momento -hace un par de décadas concretamente-, pero tu tiempo pasó por mucho que repitas ese mantra de "yo también soy internauta".

5.- La relación público presentador: Los diálogos del presentador con los nominados no funcionan. Estos últimos ponen cara de circunstancias y se sonrojan cuando no se les ocurre nada ingenioso con lo que contrarestar las bromas de la Eva Hache de turno. Por otra parte, el público no está allí para corear "el patio de butacas dice cine", bastante tienen con intentar disimular la verguenza ajena que siente en ese momento. Y, finalmente, si uno acude a la gala dispuesto a reirle los chistes al presentador debe hacerlo SIEMPRE y no quedarse en silencio cuando las bromas se centran en el presidente de la Academia porque sino dará la impresión que el mundo del cine es un gremio sin sentido del humor e incapaz de reirse de sí mismo.

6.- Nadie debería acercarle un micrófono a Juan Diego en una noche de celebración. Todo el mundo sabe que se pimpla y que, salvo en contadas excepciones, el whisky no facilita la dicción ni te hace decir cosas ingeniosas. Y, por Dios, en tus mejillas ya no cabe más botox, deja de ponerte inyecciones o vas a conseguir que aún te confundan más con Juan Diego Botto cuando la gente comience a llamarte Juan Diego Botox.

7.- Vestuario: No le den el premio al mejor vestuario a una señora a la que se le acabó la tela, no pudo terminarse la americana y tuvo que dejarse un agujero en medio de la espalda.

8.- Tengo una amiga traductora que estaría encantada de hacer la traducción simultánea para que Melanie Griffith pudiera enterarse de algunos de los chistes de la gala. Vale que el guión no es nada del otro mundo pero ya que la chica hace el esfuerzo de viajar y asistir a la ceremonia que al menos pueda enterarse de qué va la cosa.

9.- Kike Maillo. Uno no puede subir al escenario justo después de que te den un premio a decir que aún tienes fe en el cine español. Eso se dice antes. O deja que lo diga Almodóvar... si tiene huevos.

10.- Al ministro no le gusta el cine. La última vez que fue a una sala le dió una propina de dos reales al acomodador. No le obliguen a ir a estas cosas porque la cámara le enfocará y todos nos daremos cuenta de lo mal que lo está pasando. Si queremos ver a gente pasandolo mal ponemos Cuatro y vemos Callejeros.

¿Ha quedado clarito?

Besos.

Beta

martes, 14 de febrero de 2012

París

Hola,

Desde que Rajoy ganó las elecciones mi madre está especialmente contenta. Ya se ve con un pie en 59 segundos y el otro en Los desayunos de Televisión Española. Hace unos días, sin embargo, la alegría se convirtió en euforia. Según me dijo, estaba a punto de vender el chalet de la sierra del que lleva intentando deshacerse más de dos años. Me explicó que la economía comenzaba a reactivarse y no sé qué otra cosa sobre Zapatero. Le pregunté en cuánto lo había vendido y me dijo que no había tenido que negociar ni una sola peseta (mi madre habla en pesetas), que le daban lo que pedía y que lo mejor era que el contrato se firmaría en apenas un par de semanas. Luego me explicó que el comprador era un inversor extranjero, francés concretamente, llamado Stefan Joumblatt.

Me alegré por ella y le di la enhorabuena. "Lo único que necesito es que me saques un vuelo a París de esos baratos de internet para la semana que viene", añadió. Le pregunté si pensaba firmarlo en París y me dijo que no, pero que el comprador quería que tuvieran una reunión para hablar de qué parte de la operación se haría en A y qué parte en B. "No querrás que los listos de hacienda se me lleven el treinta por ciento, ¿no?", dijo. Le busqué un vuelo en Ryanair por ochenta y ocho euros. Le pregunté si quería seguro de anulación y me miró con cara de "¿seguro de anulación? no seas pardilla y no dejes que te cuelen gastos innecesarios". Metí el número de su tarjeta de crédito y le dí al OK.

Luego estuvimos hablando de qué pensaba hacer con el dinero y me dijo que de las crisis hay mucha gente que sale fortalecida. Le dije que había sido abducida por Carlos Rodriguez Braun y que tuviera cuidado con las gilipolleces que decía en la tertulia, que hay gente muy sensibilizada con el tema de la crisis. "Sí, tú y tus amiguitos del 15-M", me dijo. Eso mismo, añadí yo.

Un rato más tarde teclee "Stefan Joumblatt" en google y me salió esto.


Es posible que aquella fuera la web de una empresa de inversiones pero, desde luego, si se dedicaban a invertir no dedicaban demasiado dinero a su página web. Fotos de yates, de rolex y de algunos piedrolos, sí, pero todo con pinta de haber sido comprado en un mercadillo de esos en los que te venden tres pares de medias a un euro. Le pregunté si tenía alguna referencia más del comprador. Se sacó un papelito del bolso y me dijo que la había citado en el Hotel Fouquets Barriere, en el número 46 de la Avenida George V. Efectivamente el Hotel existe y tiene nada menos que cinco estrellas. Me llamó descreída y me volvió a hablar de la confianza que Rajoy estaba generando en los mercados. Volví a darle la enhorabuena.

Anoche, mientras mi madre continuaba haciendo la cuenta de la lechera, me metí en idealista.com y me encontré con esto en un artículo sobre los timos inmobiliarios.


La verdad es que me da pena quitarle la ilusión.

Luego leí esta noticia en El País digital y pensé que timadores hay en todas partes.


Besos.

Beta