Autopsia

Hola,

El día que Ignacio Gil Lázaro muera habrá duelo en el Partido Popular. "Sí hombre, fue aquel diputado que se pasó del 2010 al 2012 preguntando a Rubalcaba -por entonces vicepresidente del gobierno y ministro del interior-, por su relación con lo que se llamaba el caso faisán", explicará alguien en el funeral. La familia, desconfiada por principio, habrá solicitado una autopsia que aclare las razones del deceso.

Un médico frente a un cuerpo yacente en una mesa de autopsia. Las mesas de las autopsias son metálicas y tienen una ligera inclinación y un pequeño desagüe para facilitar la evacuación de restos como sangre, bilis e incluso orina del cadáver. El muerto es Gil Lázaro. El médico tiene un bisturí en las manos e inicia una incisión a la altura de la sien que va rodeando toda la cabeza. Retira la piel como quien le da la vuelta a un guante y deja el cráneo al descubierto. El médico se arma con una sierra de cirujano. No es un instrumento demasiado sofisticado, no hace falta que lo sea, se supone que, a esas alturas, el muerto ya ni siente ni padece. Pulsa el botón de "on" y la hoja de la sierra comienza a girar. Al principio no es más que una muesca pero, poco a poco, la sierra va abriendo un camino que separa la tapa del cráneo. En un momento dado, la tapa cae al suelo y rueda unos metros. Abrir el cráneo de Gil Lázaro es como destapar una torta del casar, con un cuchillito vas cortando cuidadosamente todo el perímetro hasta que puedes levantar la capa de parafina que la cubre y acceder al interior del queso extremeño. Al hacerlo el médico siente un fuerte hedor que hace que se le revuelva el estómago y tenga que contener el vómito. El cerebro de Gil Lázaro tiene la textura del queso pero lo que menos te apetece es untar en él. El médico revuelve ligeramente con el bisturí y comprueba la existencia de grumos que se corresponden con la presencia de diversos objetos. Con unas pinzas extrae algunos de ellos. Al coger el primero se pregunta qué coño es eso. Lo observa tan de cerca como le permite el hedor. Es como una colilla, como el filtro de una colilla. De hecho eso es lo que es, el filtro de una colilla, oscurecido en su interior por la nicotina. Deposita el objeto en una bandeja metálica que tiene a su derecha y prosigue la exploración. Encuentra otra cosa. Lo sujeta con unas pinzas mientras espera que la masa viscosa que lo cubre vaya goteando. Es una moneda de cinco duros. La explora. Son cinco duros de los antigüos, no de aquellas últimas monedas con un agujerito en el centro, sino de las anteriores. De hecho tiene grabada la imagen de Franco. "Caudillo de España por la gracia de Dios * 1966". Hay algo más. Es un papel, concretamente el resguardo de una entrada de cine. Tiene fecha de cuatro de noviembre del 2000 y se corresponde con la película "You are the one", de Jose Luis Garci. Un hueso de aceituna cuyo origen es imposible de datar. Un clip. Un mono dorado tapándose la boca del tamaño de un garbanzo. Una ficha de parque de atracciones en la que puede leerse "Terra Mítica". Una medalla de la virgen.

El forense recopila los objetos y los aclara bajo un chorro de agua con la intención de dárselos a la familia pero luego se lo piensa mejor y los tira directamente al cubo de la basura.

Besos.

Beta