Hola,
Ayer estuve en la FNAC. Quería comprar un par de películas descatalogadas. Me dijeron que no quedaban. Volví a casa y encendí esa máquina de matar autores que se llama router. Botón de bajada en modo ON. En ese preciso instante, a miles de kilómetros de distancia, Alejandro Sanz se disponía a hincar el diente a un donut de chocolate. Cuando ya tenía la boca abierta para morderlo, el donut desapareció por arte de magia y Alejandro mordió el aire. Acabo de morder el aire -pensó-, y acto seguido se sentó a escribir una balada llamada "Mordiendo el aire".
Y si tus ojos vuelan en el viento
y tu sonrisa nace en el cristal,
y tus párpados tiemblan, y te siento
bailando nuestro triste ritual.
Mordieeeeeendo el aireeeeee
asííííííííí te deseo
mordiendo
tan libre y tan azuuuuuuul.
Agregué a la mula la tercera temporada de In treatment. Que yo sepa no la ponen en ningún canal aunque si no fuera así supongo que me daría igual porque no quiero estar pendiente de la programación televisiva. En ese preciso instante, tres espectadores que se disponían a sacar su entrada para ver "Balada triste de trompeta" en la taquilla de los Renoir Retiro se volatilizaron y la cola del cine avanzó un poco más rápido. Los tres espectadores en cuestión se llamaban Miguel Angel Cascante Fuentecilla, de 66 años natural de Benavente (Zamora). Adelina Jurado García, esposa del anterior, nacida en Madrid hace 61 años. Mercedes López Iniesta, amiga del matrimonio, viuda, natural de Cabezón de la Sal (Cantabria) y de 73 años de edad. Ocho horas después sus familias acudieron a la comisaría de centro, en la calle Leganitos 19, a denunciar su desaparición.
Mientras, en el Palacio de la Moncloa, las hijas de Zapatero iniciaron la descarga de Con las botas puestas, de un grupo llamado Los Angeles del Infierno y provocaron que yo me llevara un susto de muerte al ver cómo Rafael Simancas hacía chas y aparecía a mi lado. "Coño, Rafa, qué susto me has dado", le dije. "Calla ladrona -me contestó-. ¿Qué haces bajándote cosas?". Aquello me sonó al clásico qué haces tocándote ahí que tantas veces he escuchado de mi madre. "No tienes derecho a bajarte nada del mismo modo que yo no tengo derecho a conducir el maserati de mi amigo", gritó. "¿Tienes un amigo con maserati?", dije perpleja. "Eso da igual, aquí lo importante es que si pudieras te estarías todo el día bajando cubatas y tomates de internet y pondrías el peligro a todo el sector agrícola español y a los tugurios a los que dejarías de ir". Yo no daba crédito. "Con los cubatas no sé, pero si yo pudiera bajarme por internet un kilo de tomates pagándole al agricultor el mismo precio que le pagan a él (esto es unos treinta céntimos) y pudiendo ahorrarme así la diferencia respecto a los dos euros que me cobran en la frutería no tengas la menor duda de que lo haría Rafa, lo haría. Por desgracia -añadí-, aún no se ha inventado la forma de transportar los tomates por el cable del teléfono". Simancas me miró de soslayo y, por un segundo, se sintió iluminado y entendió que el día que los tomates viajen por internet los transportistas, distribuidores y vendedores de fruta tendrán que empezar a buscarse un nuevo empleo y que eso es precisamente lo que le va a pasar una a determinada "industria cultural". Y entonces, como si de un personaje de Amanece que no es poco se tratara, Simancas entró en combustión y desapareció para siempre.
Besos.
Beta
Pdta. Si lo que veniais buscando era un análisis más serio de las cosas aquí os dejo el enlace a un clarificador artículo de Juan Varela.