Hola,
He empezado a escribir un post que amenaza con convertirse en algo mucho mayor. He aquí un anticipo.
Seis cuarenta y cinco de la mañana. Benedicto se sienta en un sillón con doce siglos de historia forrado con terciopelo rojo. Parece preocupado. Pues claro, claro que hice la vista gorda. Eso es lo que se hacía, la vista gorda. No digo que sus actos no pudieran ser considerados como abusos pero llevamos siglos conviviendo con los abusos y nunca ha sucedido nada. Nuestro propio negocio, el negocio de la iglesia, está basado en eso, en los abusos. Abusamos del miedo y abusamos de nuestro poder. Convencemos a la gente de la existencia del pecado, de la culpa, del demonio, del infierno, del fuego eterno, los amedrentamos y abusamos de ellos convirtiéndoles en obedientes corderitos de los que podernos lucrar. ¿Son eso abusos? Claro que lo son, pero llevamos más de veinte siglos así, la gente debería haberse acostumbrado, tiempo ha tenido. ¿Hice mal? Es posible. Todo el mundo se equivoca. Quizás debí ponerme en la piel de aquellos doscientos niños, pero también podría ponerme en la piel de los millones que cada año mueren de hambre y de enfermedades que entre todos podríamos combatir. Podría ponerme en el lugar de todos ellos pero no soy Dios. Soy el Papa, no Dios. Si tuviera el poder para terminar con el mal en el mundo lo haría, pero no lo tengo. Así que lo único que puedo hacer es acostumbrarme a lo que tenemos. A pesar de todo el mundo es un buen lugar para vivir y no creo que haya que cambiarlo. Dentro de unos días voy a cumplir ochenta y cuatro años. ¿Qué pretenden que haga un anciano de mi edad?
(continuará)
Besos.
Beta
martes, 30 de marzo de 2010
martes, 23 de marzo de 2010
Generación Ni-Ni
Hola,
En 1974 Jaime Chavarri le propuso a Elías Querejeta meter una cámara en un manicomio y rodar sin condón lo que allí dentro sucedía. Imposible, el régimen tenía absolutamente prohibido introducir una cámara (no ya de cine sino también de fotos) en aquellas pavorosas instituciones. Los manicomios estaban llenos de personas a quienes la lengua no les cabía en la boca, llenos de gente que emitían incomprensibles murmullos en vez de palabras, llenos de gente con el rostro deforme por la electricidad y la medicación y llenos de gente con olor a orín que eran tratados como seres a medio camino entre lo humano y lo animal.
Hoy no existen manicomios como aquellos pero existe "Generación Ni-Ni". Ver a los participantes de "Generación Ni-Ni" es como estar viendo una nueva versión de "El pequeño salvaje" de Truffaut. Son chicos que parecen haber sido encontrados en un bosque, incapaces de multiplicar números de más de dos dígitos, incapaces de saber cuántas Comunidades Autónomas hay en España. A ellos se enfrentan dos psicólogos domadores, Alberto y Silvia. Los psicólogos colocan a los concursantes frente a un espejo y éstos, como los chimpancés del zoo, se quedan extrañados al observar sus conductas animales. A mí, el experimento me parece interesante.
Hace un par de semanas los Ni-Nis se creyeron protagonistas de un documental de La 2. Un par de ellos, se sacaron la polla y comenzaron a restregarse contra una de las hembras de la manada y, mientras Alberto y Silvia ponían cara de resignación al constatar el arduo trabajo que aún les quedaba por hacer, una pandilla de tipos con olor a varón dandy comenzaron a rasgarse las levitas y a protestar por la emisión de esas imágenes. No protestaban por que los chimpancés de Generación Ni-Ni se hubieran comportado como tales, sino porque todos hubiéramos podido verlo. Para ellos el problema no son los curas pedófilos sino que sepamos que hay curas pedófilos. El problema no son los manicomios, sino meter una cámara en ellos. Qué ascazo.
Besos.
Beta
En 1974 Jaime Chavarri le propuso a Elías Querejeta meter una cámara en un manicomio y rodar sin condón lo que allí dentro sucedía. Imposible, el régimen tenía absolutamente prohibido introducir una cámara (no ya de cine sino también de fotos) en aquellas pavorosas instituciones. Los manicomios estaban llenos de personas a quienes la lengua no les cabía en la boca, llenos de gente que emitían incomprensibles murmullos en vez de palabras, llenos de gente con el rostro deforme por la electricidad y la medicación y llenos de gente con olor a orín que eran tratados como seres a medio camino entre lo humano y lo animal.
Hoy no existen manicomios como aquellos pero existe "Generación Ni-Ni". Ver a los participantes de "Generación Ni-Ni" es como estar viendo una nueva versión de "El pequeño salvaje" de Truffaut. Son chicos que parecen haber sido encontrados en un bosque, incapaces de multiplicar números de más de dos dígitos, incapaces de saber cuántas Comunidades Autónomas hay en España. A ellos se enfrentan dos psicólogos domadores, Alberto y Silvia. Los psicólogos colocan a los concursantes frente a un espejo y éstos, como los chimpancés del zoo, se quedan extrañados al observar sus conductas animales. A mí, el experimento me parece interesante.
Hace un par de semanas los Ni-Nis se creyeron protagonistas de un documental de La 2. Un par de ellos, se sacaron la polla y comenzaron a restregarse contra una de las hembras de la manada y, mientras Alberto y Silvia ponían cara de resignación al constatar el arduo trabajo que aún les quedaba por hacer, una pandilla de tipos con olor a varón dandy comenzaron a rasgarse las levitas y a protestar por la emisión de esas imágenes. No protestaban por que los chimpancés de Generación Ni-Ni se hubieran comportado como tales, sino porque todos hubiéramos podido verlo. Para ellos el problema no son los curas pedófilos sino que sepamos que hay curas pedófilos. El problema no son los manicomios, sino meter una cámara en ellos. Qué ascazo.
Besos.
Beta
miércoles, 17 de marzo de 2010
¡Exclusiva!
Hola,
Por segunda semana consecutiva traigo aquí la portada de Lecturas, que está que lo rompe.
En páginas interiores, el presidente del Congreso desmiente ningún tipo de relación sentimental con Belén Esteban. Según él, las fotos fueron tomadas "a traición" cuando se encontraba con Belén en Torremolinos para tratar "un asunto familiar". En una extensa entrevista de seis páginas, el diputado socialista explica que el motivo de su encuentro con la tertuliana televisiva no fue otro que "conocer más a fondo la verdadera personalidad de Belén". Interrogado sobre las razones de dicho interés, Bono explica que se trata de un interés paternal. "Casé a mi hija con el niño de Raphael -dice-, y ahora ha llegado el momento de buscarle novia al pequeño. Como cualquier padre, solo quiero lo mejor para él y tanto yo como su madre siempre hemos pensado en Belén Esteban como en la nuera ideal".
Seguiremos informando.
Besos.
Beta
Por segunda semana consecutiva traigo aquí la portada de Lecturas, que está que lo rompe.
En páginas interiores, el presidente del Congreso desmiente ningún tipo de relación sentimental con Belén Esteban. Según él, las fotos fueron tomadas "a traición" cuando se encontraba con Belén en Torremolinos para tratar "un asunto familiar". En una extensa entrevista de seis páginas, el diputado socialista explica que el motivo de su encuentro con la tertuliana televisiva no fue otro que "conocer más a fondo la verdadera personalidad de Belén". Interrogado sobre las razones de dicho interés, Bono explica que se trata de un interés paternal. "Casé a mi hija con el niño de Raphael -dice-, y ahora ha llegado el momento de buscarle novia al pequeño. Como cualquier padre, solo quiero lo mejor para él y tanto yo como su madre siempre hemos pensado en Belén Esteban como en la nuera ideal".
Seguiremos informando.
Besos.
Beta
lunes, 15 de marzo de 2010
Yo confieso
Hola,
La del confesionario es una de mis secuencias favoritas de Amarcord.
Siempre me he preguntado qué razones llevan a alguien a arrodillarse frente a un sacerdote y declararse culpable y, sobre todo, siempre me he preguntado qué razones llevan a alguien a hacerlo libremente, sin mediar presión ni tortura. Llamadme simple, pero igual que creo que la obligación de todo preso es intentar fugarse y la de todo contribuyente intentar escaquearse del fisco, creo que la obligación de todo aquel que se considera culpable es declararse inocente. Así que, volvemos al principio, ¿por qué lo hacen?
Ahora me pongo en el lugar del cura y pienso en el pobre infeliz que tengo delante, contándome que ha tenido pensamientos impuros, y yo -que soy el cura-, escucho pacientemente y luego dibujo una cruz en el aire y farfullo algo así como "currús currús amén Jesús y, ale, puedes irte en paz. Pero no lo hagas más, tunante, que eres un tunante".
No me parece justo ni lógico. Con gente dispuesta a declararse culpable el mundo se gobierna muy fácilmente. Pero, ¿quiénes son ellos para que se lo pongamos tan fácil?
Así que sí, lo he hecho, he ido a confesarme, y me hubiera gustado acusarme de varios asesinatos para poder ver al cura debatiéndose entre el secreto de confesión y llamar a la Policía pero, como estoy segura de que habría optado por lo segundo, he sido más comedida:
"Me acuso de serle infiel a mi pareja". Silencio, no hay reacción. Sigo hablando. "No sé cómo ha llegado a suceder, supongo que el trabajar juntas todo el día... ha hecho que lo que al principio no era más que una amistad se haya ido convirtiendo en otra cosa". Entonces me interrumpe y se cerciora de que la infidelidad se ha producido con una compañera y lo le digo que sí, que ha escuchado bien, que he dicho compañera, con "a", como yo. Entonces se refiere a "mi problema" como si se tratara de "mi enfermedad" y yo me lanzo al ataque. "Porque tengo dudas. Porque Dios nos manda amarnos los unos a los otros como él nos ama. Y el nos ama al margen de cual sea nuestro sexo. Luego si Dios es capaz de amar a un hombre tiene que poder entender que una mujer pueda ser capaz de amar a otra mujer. Porque él no dice que nos amemos los unos a los otros pero con cuidadito de no hacerlo con alguien de nuestro mismo sexo, él dice, simplemente, que nos amemos los unos a los otros". Entonces el cura me explica la diferencia entre el amor físico y el amor espiritual. "Pero yo, padre, no soy capaz de diferenciar los límites. Porque no sé discernir si un abrazo puede formar parte del amor espiritual... y un beso en la frente, o en la mejilla. No veo a Dios delimitando las zonas en las que podemos besar a una persona para no traspasar la línea que separa el amor físico del amor espiritual".
Entonces, dándose cuenta de que la cosa no es sencilla, me pregunta si yo, de verdad, quiero la absolución.
Besos.
Beta
La del confesionario es una de mis secuencias favoritas de Amarcord.
Siempre me he preguntado qué razones llevan a alguien a arrodillarse frente a un sacerdote y declararse culpable y, sobre todo, siempre me he preguntado qué razones llevan a alguien a hacerlo libremente, sin mediar presión ni tortura. Llamadme simple, pero igual que creo que la obligación de todo preso es intentar fugarse y la de todo contribuyente intentar escaquearse del fisco, creo que la obligación de todo aquel que se considera culpable es declararse inocente. Así que, volvemos al principio, ¿por qué lo hacen?
Ahora me pongo en el lugar del cura y pienso en el pobre infeliz que tengo delante, contándome que ha tenido pensamientos impuros, y yo -que soy el cura-, escucho pacientemente y luego dibujo una cruz en el aire y farfullo algo así como "currús currús amén Jesús y, ale, puedes irte en paz. Pero no lo hagas más, tunante, que eres un tunante".
No me parece justo ni lógico. Con gente dispuesta a declararse culpable el mundo se gobierna muy fácilmente. Pero, ¿quiénes son ellos para que se lo pongamos tan fácil?
Así que sí, lo he hecho, he ido a confesarme, y me hubiera gustado acusarme de varios asesinatos para poder ver al cura debatiéndose entre el secreto de confesión y llamar a la Policía pero, como estoy segura de que habría optado por lo segundo, he sido más comedida:
"Me acuso de serle infiel a mi pareja". Silencio, no hay reacción. Sigo hablando. "No sé cómo ha llegado a suceder, supongo que el trabajar juntas todo el día... ha hecho que lo que al principio no era más que una amistad se haya ido convirtiendo en otra cosa". Entonces me interrumpe y se cerciora de que la infidelidad se ha producido con una compañera y lo le digo que sí, que ha escuchado bien, que he dicho compañera, con "a", como yo. Entonces se refiere a "mi problema" como si se tratara de "mi enfermedad" y yo me lanzo al ataque. "Porque tengo dudas. Porque Dios nos manda amarnos los unos a los otros como él nos ama. Y el nos ama al margen de cual sea nuestro sexo. Luego si Dios es capaz de amar a un hombre tiene que poder entender que una mujer pueda ser capaz de amar a otra mujer. Porque él no dice que nos amemos los unos a los otros pero con cuidadito de no hacerlo con alguien de nuestro mismo sexo, él dice, simplemente, que nos amemos los unos a los otros". Entonces el cura me explica la diferencia entre el amor físico y el amor espiritual. "Pero yo, padre, no soy capaz de diferenciar los límites. Porque no sé discernir si un abrazo puede formar parte del amor espiritual... y un beso en la frente, o en la mejilla. No veo a Dios delimitando las zonas en las que podemos besar a una persona para no traspasar la línea que separa el amor físico del amor espiritual".
Entonces, dándose cuenta de que la cosa no es sencilla, me pregunta si yo, de verdad, quiero la absolución.
Besos.
Beta
jueves, 11 de marzo de 2010
Revista de Prensa
Hola,
Inauguramos hoy una nueva sección en la que revisaremos los titulares más importantes de la semana. Para que luego digan que este blog no sigue rabiosamente la actualidad de nuestro país. Ahí va la portada.
La revista "Lecturas" abre hoy con la exclusiva del nuevo novio de Benedicto XVI. Según se explica en páginas interiores, el afortunado es un joven napolitano llamado Raffaele, aunque entre sus amigos es conocido como "il signore del tubo". Espero cerrar así la boca de aquellos que dicen que me gustan los menores, Raffaele es un hombretón hecho y derecho. Por su parte, Raffaele, que es cincuenta y siete años menor que el pontífice, asegura que desde que está con "Beni" ha engordado unos kilillos porque todos los días desayuna los dulces que le envían las monjas.
Seguiremos informando.
Besos.
Beta
Inauguramos hoy una nueva sección en la que revisaremos los titulares más importantes de la semana. Para que luego digan que este blog no sigue rabiosamente la actualidad de nuestro país. Ahí va la portada.
La revista "Lecturas" abre hoy con la exclusiva del nuevo novio de Benedicto XVI. Según se explica en páginas interiores, el afortunado es un joven napolitano llamado Raffaele, aunque entre sus amigos es conocido como "il signore del tubo". Espero cerrar así la boca de aquellos que dicen que me gustan los menores, Raffaele es un hombretón hecho y derecho. Por su parte, Raffaele, que es cincuenta y siete años menor que el pontífice, asegura que desde que está con "Beni" ha engordado unos kilillos porque todos los días desayuna los dulces que le envían las monjas.
Seguiremos informando.
Besos.
Beta
lunes, 8 de marzo de 2010
¡Conversión, conversión!
Hola,
La historia de España se ha construido, entre otras cosas, a golpe de clericalismo y de anticlericalismo. Hasta ahora, yo siempre había estado del lado de los segundos pero quizás, dadas las circunstancias, haya llegado el momento de cambiar de bando. Tengo la sensación de que los curas y las monjas ya no son como antes. Ahora, por ejemplo, puedes ser párroco de un pueblo de Toledo y prostituto al mismo tiempo, puedes dar la comunión y expoliar el patrimonio de tu iglesia, puedes condenar la homosexualidad y dejar que un camionero burgalés te la meta en un descampado de las afueras. Soplan aires nuevos para la cristiandad. El Papa, el mismo Papa que el otro día anunciaba que vendrá a España a celebrar el año Xacobeo, es abiertamente gay, se da baños de sales y tiene un asistente que le hace las uñas cada vez que se dispone a dar la bendición urbi et orbe.
Todas estas dudas fueron las que me llevaron, el otro día, a entrar en una iglesia. En los últimos meses voy en caída libre y esta no es más que otra muestra de ello. En la iglesia se oficiaba una misa, una misa funeral exactamente, con el cuerpo del fallecido presente. Me senté a escuchar. Puro morbo. El muerto se llamaba Braulio y, al parecer, fue una excelente persona mientras estuvo entre nosotros. Justo delante mío, en el penúltimo banco de la iglesia, había una chica de más de metro ochenta vestida con un abrigo gris a la que confundí con la virgen María.
"Después de la vida -dijo el cura-, llega la vida eterna, después de la vida eterna el infinito, después del infinito, Dios". Se quedó tan ancho. A continuación pidió a los presentes que se pusieran en pie y le acompañaran en sus oraciones. La gente obedeció y, como en un exorcismo colectivo, comenzaron a repetir retahilas con la mirada encogida. De repente, tuve la sensación de que el cadáver se despegaba del féretro y comenzaba a elevarse sobre nuestras cabezas. A medida que los rezos se hacían más intensos, el cuerpo del fallecido se alzaba camino del cielo, cuando alguien dejaba de rezar, Braulio retrocedía hacia el féretro. Viéndose a medio camino, el muerto abrió los ojos, nos miró, y ordenó a gritos que rezáramos con mayor convicción. Amedrentada, dudé si incorporarme a las plegarias. Braulio pareció notar mis vacilaciones y me exortó: "Tú también zorra, ¡Reza, reza, conviértete!". Todo el mundo se giró hacia mí, incluída la virgen María, que resultó ser un impresionante pibón. Yo la miré, se me iluminaron los ojos e hice lo único que podía hacer en ese momento: abalanzarme hacia ella para intentar besarla mientras balbuceaba "que la paz sea contigo".
Besos.
Beta
La historia de España se ha construido, entre otras cosas, a golpe de clericalismo y de anticlericalismo. Hasta ahora, yo siempre había estado del lado de los segundos pero quizás, dadas las circunstancias, haya llegado el momento de cambiar de bando. Tengo la sensación de que los curas y las monjas ya no son como antes. Ahora, por ejemplo, puedes ser párroco de un pueblo de Toledo y prostituto al mismo tiempo, puedes dar la comunión y expoliar el patrimonio de tu iglesia, puedes condenar la homosexualidad y dejar que un camionero burgalés te la meta en un descampado de las afueras. Soplan aires nuevos para la cristiandad. El Papa, el mismo Papa que el otro día anunciaba que vendrá a España a celebrar el año Xacobeo, es abiertamente gay, se da baños de sales y tiene un asistente que le hace las uñas cada vez que se dispone a dar la bendición urbi et orbe.
Todas estas dudas fueron las que me llevaron, el otro día, a entrar en una iglesia. En los últimos meses voy en caída libre y esta no es más que otra muestra de ello. En la iglesia se oficiaba una misa, una misa funeral exactamente, con el cuerpo del fallecido presente. Me senté a escuchar. Puro morbo. El muerto se llamaba Braulio y, al parecer, fue una excelente persona mientras estuvo entre nosotros. Justo delante mío, en el penúltimo banco de la iglesia, había una chica de más de metro ochenta vestida con un abrigo gris a la que confundí con la virgen María.
"Después de la vida -dijo el cura-, llega la vida eterna, después de la vida eterna el infinito, después del infinito, Dios". Se quedó tan ancho. A continuación pidió a los presentes que se pusieran en pie y le acompañaran en sus oraciones. La gente obedeció y, como en un exorcismo colectivo, comenzaron a repetir retahilas con la mirada encogida. De repente, tuve la sensación de que el cadáver se despegaba del féretro y comenzaba a elevarse sobre nuestras cabezas. A medida que los rezos se hacían más intensos, el cuerpo del fallecido se alzaba camino del cielo, cuando alguien dejaba de rezar, Braulio retrocedía hacia el féretro. Viéndose a medio camino, el muerto abrió los ojos, nos miró, y ordenó a gritos que rezáramos con mayor convicción. Amedrentada, dudé si incorporarme a las plegarias. Braulio pareció notar mis vacilaciones y me exortó: "Tú también zorra, ¡Reza, reza, conviértete!". Todo el mundo se giró hacia mí, incluída la virgen María, que resultó ser un impresionante pibón. Yo la miré, se me iluminaron los ojos e hice lo único que podía hacer en ese momento: abalanzarme hacia ella para intentar besarla mientras balbuceaba "que la paz sea contigo".
Besos.
Beta
lunes, 1 de marzo de 2010
Insigne
Hola,
Nunca he tocado a un muerto pero dicen que cuando nos morimos nuestro cuerpo se queda tieso, duro y frío. Si lo de duro y frío fuera cierto, quizás la necrofilia sería, para nosotras, una posibilidad real y dejaría de ser un terreno exclusivo reservado a forenses y vigilantes de la morgue. No sé a qué viene todo esto. Bueno sí, en realidad lo que quería contar es que este fin de semana he estado en Palencia. Sí, Palencia. Nadie me ha obligado. Nadie me ha puesto una pistola en la cabeza para que fuera. Supongo que no ha sido más que un ejercicio de masoquismo, supongo que ha sido como querer follarme a un muerto (no termino de comprender qué extraño mecanismo de mi cabeza me lleva a comparar a Palencia con un muerto pero, no lo puedo remediar, funciono así).
He ido sin ninguna intención, no había quedado con nadie y tampoco conocía a nadie allí. Creo que Elena Anaya es de Palencia pero iba sin ninguna esperanza de cruzármela por la calle. He ido sin ordenador, a pelo, y no porque pensara que allí no fueran a tener wi fi, sino porque se trataba de una inmersión en la profundidad castellana con todas las consecuencias. Llegué el sábado por la mañana. No había demasiada gente por la calle pero, unas horas más tarde, no es que no hubiera demasiada gente, es que no había nadie. Te sentías como Eduardo Noriega en Abre los ojos. Podría haberme detenido en plena Calle Mayor, haber abierto la mochila, haber sacado medio kilo de titadine, haber montado una mecha, un detonador, haberme alejado tranquilamente hasta protegerme detrás de una columna, haber pulsado el botón, haber visto cómo todo saltaba por los aires y haberme quedado allí, sola, contemplando los restos humeantes de la explosión mientras los palentinos comían tranquilamente en sus casas un plato de garbanzos con bacalao con los ojos puestos en el telediario de La Primera. Supongo que eso es lo que se entiende por una ciudad tranquila, y supongo que dicha tranquilidad puede ser considerada una virtud. Lo dicho, follarse a un muerto.
Finalmente he encontrado un bar donde unos viejos jugaban la partida. Al entrar, me han mirado como si fuera un ser de otro planeta, me he pedido una cerveza y he buscado en la vitrina de las tapas algo que no tuviera demasiada mala pinta. Le he preguntado al dueño qué se podía ver en Palencia. Me ha dicho que la catedral y el Cristo del Otero. El Cristo del Otero es primo del Cristo de Rio de Janeiro pero en vez de estar de buen rollo brasileño, con los brazos extendidos como si estuviera a punto de echar a volar, está en actitud pacata, mostrando las palmas de las manos, como si estuviera siendo sometido a un cacheo policial y se defendiera diciendo "estoy limpio, no tengo nada".
Por la noche me metí en un tugurio cuyo nombre ni recuerdo y me dejé comer la oreja por dos pesadetes que no cesaron en su intentona hasta que les dije que soy de Valladolid (cosa que es absolutamente falsa pero que, dada la rivalidad regional entre ambas ciudades, sirvió para quitármelos de encima).
A la mañana siguiente leí la prensa en un bar y me encontré a mí misma citada en las páginas de "El País". Eso no es algo que pase a menudo así que me estalló el ego y lo puse todo perdido. Pensé comentarle al camarero que esa Beatriz de la que hablaba el artículo era yo pero pensé que, de hacerlo, volverían a tomarme por marciana así que no dije nada. Aquí dejo el enlace, para quienes no lo hayan visto. Por la tarde volví a Madrid.
Besos (en especial a Elvira Lindo).
Beta
Nunca he tocado a un muerto pero dicen que cuando nos morimos nuestro cuerpo se queda tieso, duro y frío. Si lo de duro y frío fuera cierto, quizás la necrofilia sería, para nosotras, una posibilidad real y dejaría de ser un terreno exclusivo reservado a forenses y vigilantes de la morgue. No sé a qué viene todo esto. Bueno sí, en realidad lo que quería contar es que este fin de semana he estado en Palencia. Sí, Palencia. Nadie me ha obligado. Nadie me ha puesto una pistola en la cabeza para que fuera. Supongo que no ha sido más que un ejercicio de masoquismo, supongo que ha sido como querer follarme a un muerto (no termino de comprender qué extraño mecanismo de mi cabeza me lleva a comparar a Palencia con un muerto pero, no lo puedo remediar, funciono así).
He ido sin ninguna intención, no había quedado con nadie y tampoco conocía a nadie allí. Creo que Elena Anaya es de Palencia pero iba sin ninguna esperanza de cruzármela por la calle. He ido sin ordenador, a pelo, y no porque pensara que allí no fueran a tener wi fi, sino porque se trataba de una inmersión en la profundidad castellana con todas las consecuencias. Llegué el sábado por la mañana. No había demasiada gente por la calle pero, unas horas más tarde, no es que no hubiera demasiada gente, es que no había nadie. Te sentías como Eduardo Noriega en Abre los ojos. Podría haberme detenido en plena Calle Mayor, haber abierto la mochila, haber sacado medio kilo de titadine, haber montado una mecha, un detonador, haberme alejado tranquilamente hasta protegerme detrás de una columna, haber pulsado el botón, haber visto cómo todo saltaba por los aires y haberme quedado allí, sola, contemplando los restos humeantes de la explosión mientras los palentinos comían tranquilamente en sus casas un plato de garbanzos con bacalao con los ojos puestos en el telediario de La Primera. Supongo que eso es lo que se entiende por una ciudad tranquila, y supongo que dicha tranquilidad puede ser considerada una virtud. Lo dicho, follarse a un muerto.
Finalmente he encontrado un bar donde unos viejos jugaban la partida. Al entrar, me han mirado como si fuera un ser de otro planeta, me he pedido una cerveza y he buscado en la vitrina de las tapas algo que no tuviera demasiada mala pinta. Le he preguntado al dueño qué se podía ver en Palencia. Me ha dicho que la catedral y el Cristo del Otero. El Cristo del Otero es primo del Cristo de Rio de Janeiro pero en vez de estar de buen rollo brasileño, con los brazos extendidos como si estuviera a punto de echar a volar, está en actitud pacata, mostrando las palmas de las manos, como si estuviera siendo sometido a un cacheo policial y se defendiera diciendo "estoy limpio, no tengo nada".
Por la noche me metí en un tugurio cuyo nombre ni recuerdo y me dejé comer la oreja por dos pesadetes que no cesaron en su intentona hasta que les dije que soy de Valladolid (cosa que es absolutamente falsa pero que, dada la rivalidad regional entre ambas ciudades, sirvió para quitármelos de encima).
A la mañana siguiente leí la prensa en un bar y me encontré a mí misma citada en las páginas de "El País". Eso no es algo que pase a menudo así que me estalló el ego y lo puse todo perdido. Pensé comentarle al camarero que esa Beatriz de la que hablaba el artículo era yo pero pensé que, de hacerlo, volverían a tomarme por marciana así que no dije nada. Aquí dejo el enlace, para quienes no lo hayan visto. Por la tarde volví a Madrid.
Besos (en especial a Elvira Lindo).
Beta
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