¿Quiénes somos? ¿De dónde venimos? ¿A dónde vamos? Esas son las preguntas que se hace a diario el españolito medio. A la hora de responderlas el españolito medio se queda unos segundos en silencio mirando al horizonte y contesta: Somos un grupo de personas vestidas con un uniforme olímpico plagado de guirnaldas. Y tiene razón, eso somos. Por mucho que nos indignemos, por mucho que saquen a Modesto Lomba en los telediarios diciendo que el uniforme de nuestros deportistas es horrendo, ese es el uniforme que mejor representa el quiénes somos, el de dónde venimos y el a dónde vamos. ¿Acaso nos olvidamos de que en este país gente como Fátima Báñez y Belén Esteban cobran sueldos de más de seis mil euros al mes? ¿Qué esperábais? ¿A quién puede sorprender que hayamos dejado que sea un niño de doce años quien diseñe el vestuario de nuestros olimpicos?
Y además, ¿alguien se atreve a afirmar que el uniforme desentona con nuestro himno? Si queríamos un traje de Stella McCartney deberíamos empezar por aprender el God save the queen o, en su defecto, La Marsellesa. Nosotros somos eso: guirnaldas y "oé oé". Quien afirme lo contrario aún no se ha dado cuenta de que hemos estado viviendo por encima de nuestras posibilidades. En qué país, sino en uno que vive inmerso en una enorme burbuja, se celebran banquetes de boda en los que la carne y el pescado van separados por un sorbete de limón "para desengrasar". ¿Desengrasar? ¿A quién queremos engañar? Nuestros cerebros tienen obesidad mórbida.

Besos.
Beta