jueves, 19 de julio de 2012

Olímpicos

Hola,

¿Quiénes somos? ¿De dónde venimos? ¿A dónde vamos? Esas son las preguntas que se hace a diario el españolito medio. A la hora de responderlas el españolito medio se queda unos segundos en silencio mirando al horizonte y contesta: Somos un grupo de personas vestidas con un uniforme olímpico plagado de guirnaldas. Y tiene razón, eso somos. Por mucho que nos indignemos, por mucho que saquen a Modesto Lomba en los telediarios diciendo que el uniforme de nuestros deportistas es horrendo, ese es el uniforme que mejor representa el quiénes somos, el de dónde venimos y el a dónde vamos. ¿Acaso nos olvidamos de que en este país gente como Fátima Báñez y Belén Esteban cobran sueldos de más de seis mil euros al mes? ¿Qué esperábais? ¿A quién puede sorprender que hayamos dejado que sea un niño de doce años quien diseñe el vestuario de nuestros olimpicos?

Y además, ¿alguien se atreve a afirmar que el uniforme desentona con nuestro himno? Si queríamos un traje de Stella McCartney deberíamos empezar por aprender el God save the queen o, en su defecto, La Marsellesa. Nosotros somos eso: guirnaldas y "oé oé". Quien afirme lo contrario aún no se ha dado cuenta de que hemos estado viviendo por encima de nuestras posibilidades. En qué país, sino en uno que vive inmerso en una enorme burbuja, se celebran banquetes de boda en los que la carne y el pescado van separados por un sorbete de limón "para desengrasar". ¿Desengrasar? ¿A quién queremos engañar? Nuestros cerebros tienen obesidad mórbida.


Besos.

Beta

martes, 17 de julio de 2012

Sindicatos

Hola,

Todo el mundo está en contra de los sindicatos. La gente dice que se dedican a chupar del bote y que si tuvieren que subsistir de las cuotas de sus afiliados dejarían de existir. Vale que hay sindicalistas que se lo han llevado crudo desde algunos consejos de administración, pero yo no creo que el problema sea ese. En mi opinión hay dos razones esenciales que explican la animadversión de buena parte de la sociedad hacia los sindicatos:

1.- Siempre hablan a gritos. No me gusta que me chillen. Berrear no hace que tus argumentos sean más convincentes y tampoco hace que se te escuche mejor. No sé si te has dado cuenta pero eso que tienes delante de la boca se llama micrófono y sirve para aumentar el volumen de tu voz. Por favor, no grites, que no estamos sordos. Y cambia el tono, que parece que siempre estás amargado.

2.- La barba de Cándido Méndez. Me gusta la barba de Carlos Marx y me gusta la ocasional barbita de Guardiola, pero no puedo con eso que lleva pegado a la cara Cándido Méndez. Quizás hubo un tiempo en el que Cándido pensó que aquella barba le haría parecer más progre. Quizás hubo un tiempo en el que la barba de Cándido pudo ser considerada una señal de rebeldía pero, a día de hoy, la barba de Cándido Méndez es tan inutil como la de Macaco. Y además repele. ¿Qué mujer estaría dispuesta a besar a un hombre así? Hazme caso, Candido, afeitate. El sindicalismo español saldrá ganando y tu mujer, si la tienes, también. Para animarte te dejo una muestra de en lo que podrías convertirte.

¿Mejor, no?

Besos.

Beta

lunes, 2 de julio de 2012

Oeee oeee oeee

Hola,

Quizás alguno de vosotros no vio la entrevista que le hizo ayer Sara Carbonero a Rajoy tras finalizar el partido. Ahí va la transcripción:

S.C.- Presidente este es su primer título como presidente.
M.R.- Pues sí, como presidente es el primero pero yo ya estuve en Viena y en Johanesburgo. No soy nuevo en esto, llevo muchos años entrando en el fútbol de gorra. Pero sí, como presidente ahora me dejan sentarme junto al príncipe mientras que antes, como jefe de la oposición, me tenía que ver los partidos junto a Vicente, el primo de uno de la Federación.
S.C.- ¿Y qué le ha parecido el partido, cómo lo ha vivido?
M.R.- Hemos sido claramente superiores. Los pobres italianos parecían estar pidiendo a gritos un rescate.
S.C.- ¿Ha tenido oportunidad de hablar con el presidente italiano?
M.R.- Permítame que la corrija, guapa, pero no es presidente sino primer ministro.
S.C.- Vale, me refería al primer ministro.
M.R.- Pues sí he tenido oportunidad pero no he hablado porque ni yo hablo italiano ni él entiende una palabra de español, asi que cuando nos hemos visto nos hemos saludado, hemos sonreído sin saber muy bien porqué y cada uno se ha ido a sentar a su butaca.
S.C.- Y con los jugadores, ¿ha tenido oportunidad de hablar?
M.R.- Pues sí, acabo de estar en los vestuarios donde estaban todos celebrando el éxito. Por cierto tengo que darle a usted la enhorabuena porque he podido ver a Casillas en paños menores y tengo que decirle que se lleva usted a todo un adonis.
S.C.- Muchas gracias, aunque no sé a qué se refiere con eso de adonis.
M.R.- Un hombretón.
S.C.- Ah, sí. Visto como están celebrando la victoria aquí ¿se imagina lo que puede estar sucediendo ahora en las calles de Madrid?
M.R.- Los presidentes no solemos salir mucho a la calle. Cuando mi mujer y yo queremos darnos un garbeo paseamos por los jardines de Moncloa, que para eso los tenemos, pero supongo que sí, que en las calles habrá gente, ¿no?
S.C.- Sí que la hay. Millones.
M.R.- En España somos cuarenta y cinco millones de españoles, treinta y cinco si quitamos a los vascos y a los catalanes que seguro que hoy iban con Italia, así que es mucha gente alegrándose al mismo tiempo, pero bueno, mañana les bajaremos los humos.
S.C.- ¿Usted se vuelve ya a Madrid?
M.R.- Bueno, yo debería pasar por Berlín porque tengo algunos asuntillos europeos pero sí, creo que me vuelvo a Madrid.
S.C.- ¿Berlín? ¿Eso no está en Alemania?
M.R.- Exactamente querida, pero es que Merkel quiere hacerse una foto con la copa y aunque esto no es una contrapartida macroeconómica tampoco quiero hacerle ningún feo.
S.C.- Gracias.
M.R.- ¿El beso viene ahora?