Estoy en Buenos Aires viendo a los argentinos votar. Las elecciones aquí son una suerte de exorcismo en el que el país trata de sacarse el diablo de dentro. Trata de sacarselo una y otra vez, elección tras elección y nunca termina de conseguirlo. Los ciudadanos desprecian a sus políticos y los políticos se vengan robando a los ciudadanos. Es un bucle interminable. El otro día un hacker se metió en la página oficial del padrón y donde ponía "Buenos Aires" escribió: "Buenos Aires, panda de ladrones". No hizo más que decir lo que mucha gente piensa. El programa de más audiencia de la televisión se llama "Gran Cuñado" y es un show en la que una serie de imitadores de los principales políticos del país viven encerrados en una supuesta casa de Gran Hermano. Ahí dentro se dicen lo que no se atreven a decir fuera y aparecen como una ridícula pandilla basura en una fiesta contínua. He aquí un botón, con el matrimonio Kirchner de protagonista.
El problema es que la reacción de los políticos tras las parodias ha sido convertirse en sus propias caricaturas y comenzar a imitarse a sí mismos. Es como si tu escupieras a alguien y ese alguien te abrazara emocionado y te devolviera el escupitajo restregando su cara contra la tuya. No solamente no se dan por aludidos sino que parecen disfrutar con la humillación, con lo que la humillación ha dejado de ser tal. Todo se resume en esta pintada que vi a escasos metros de la Casa Rosada.

En Argentina a los cruasanes se les llama medialunas y las hay de dos tipos: de grasa y de manteca. Tengo la sensación de que aquí, con los políticos pasa igual, los hay de grasa y de manteca, pero todos son políticos.
Cambio de tema. Me he comprado un par de cds de "Los abuelos de la nada", el primer grupo de Calamaro. No puedo dejar de tararear esta canción.
Muerdo del anzuelo y vuelvo a empezar de nuevo, cada vez.
Tengo en la mano la carta para jugar el juego cuando quieras.
Caminando, caminandote mi calle que quiza yo pueda cambiar.
Esperando, esperandote costumbres argentinas de decir: ¡No!
El problema es otra vez la situacion, cada vez peor, del corazon.
Yo camino todo y veo cada vez que quiero, y te espero.
Caminando, caminandote mi calle que quiza yo pueda cambiar.
Esperando, esperandote costumbres argentinas de decir: ¡No!
Besos.
Beta