lunes, 29 de junio de 2009

De grasa o de manteca

Hola,

Estoy en Buenos Aires viendo a los argentinos votar. Las elecciones aquí son una suerte de exorcismo en el que el país trata de sacarse el diablo de dentro. Trata de sacarselo una y otra vez, elección tras elección y nunca termina de conseguirlo. Los ciudadanos desprecian a sus políticos y los políticos se vengan robando a los ciudadanos. Es un bucle interminable. El otro día un hacker se metió en la página oficial del padrón y donde ponía "Buenos Aires" escribió: "Buenos Aires, panda de ladrones". No hizo más que decir lo que mucha gente piensa. El programa de más audiencia de la televisión se llama "Gran Cuñado" y es un show en la que una serie de imitadores de los principales políticos del país viven encerrados en una supuesta casa de Gran Hermano. Ahí dentro se dicen lo que no se atreven a decir fuera y aparecen como una ridícula pandilla basura en una fiesta contínua. He aquí un botón, con el matrimonio Kirchner de protagonista.



El problema es que la reacción de los políticos tras las parodias ha sido convertirse en sus propias caricaturas y comenzar a imitarse a sí mismos. Es como si tu escupieras a alguien y ese alguien te abrazara emocionado y te devolviera el escupitajo restregando su cara contra la tuya. No solamente no se dan por aludidos sino que parecen disfrutar con la humillación, con lo que la humillación ha dejado de ser tal. Todo se resume en esta pintada que vi a escasos metros de la Casa Rosada.


En Argentina a los cruasanes se les llama medialunas y las hay de dos tipos: de grasa y de manteca. Tengo la sensación de que aquí, con los políticos pasa igual, los hay de grasa y de manteca, pero todos son políticos.

Cambio de tema. Me he comprado un par de cds de "Los abuelos de la nada", el primer grupo de Calamaro. No puedo dejar de tararear esta canción.



Muerdo del anzuelo y vuelvo a empezar de nuevo, cada vez.
Tengo en la mano la carta para jugar el juego cuando quieras.

Caminando, caminandote mi calle que quiza yo pueda cambiar.
Esperando, esperandote costumbres argentinas de decir: ¡No!

El problema es otra vez la situacion, cada vez peor, del corazon.
Yo camino todo y veo cada vez que quiero, y te espero.

Caminando, caminandote mi calle que quiza yo pueda cambiar.
Esperando, esperandote costumbres argentinas de decir: ¡No!


Besos.

Beta

miércoles, 24 de junio de 2009

Montevideando

Hola,

Siempre me he preguntado cuánto habría de literatura y cuánto de verdad en los irónicos retratos que Hernán Casciari hace de los uruguayos así que, una de las primeras cosas que he hecho al llegar a Buenos Aires ha sido sacar dos pasajes en el buquebús a Montevideo. Hemos pillado una oferta y nos han salido por 430 pesos cada uno, es decir, unos ochenta y cinco dólares. Me ha parecido muy caro pero también me lo ha parecido el hotel (en el que nos han pedido ciento veinte dólares americanos por noche). Como soy muy bien pensada me creo que si nos piden ese dinero será porque Uruguay lo vale.

Pensaba que tomar un barco era algo sencillo pero para subirte al buquebús te piden que te presentes con una hora de antelación en la terminal. Así lo hacemos. Allí nos hacen rellenar una serie de papeles de aduana. El trayecto dura unas tres horas, la mayor parte de las cuales las dormimos. Las ventanas del barco están demasiado sucias como para comprobar si el Río de la Plata es tan marrón como dicen.

Montevideo. Cuando desciendes del barco te encuentras con un escáner para las maletas y un arco de seguridad para detectar si llevas algún objeto metálico. Nada distinto a cualquier otro paso aduanero salvo por el hecho de que aquí no hay nadie vigilando ni el escáner ni el arco de seguridad. Así que no me molesto en deshacerme de llaves, cinturón ni pulseras. Cruzo y... el arco y no suena. Estoy segura de que ni siquiera está conectado. Unos metros después un señor bajito nos da la bienvenida a Uruguay acompañada de un papelito en el que se lee que si tienes fiebre o algún síntoma de ser portador del virus de la gripe A se lo comuniques a "sanidad sin fronteras". Pienso que éste es un país que confía en los ciudadanos y temo que lo siguiente sea un cartel que diga:

"Si es usted ladrón, asesino, o planea cometer algún delito, los horarios de apertura de la comisaría para entregarse son:
De lunes a viernes de 10.00 a 14.00 y de 16.00 a 19.00.
Sábados de 10.00 a 13.00.
Domingos y feriado CERRADO".


Empiezo a pensar que Hernán puede tener razón. Subimos a un taxi que nos lleva al Hotel. El trayecto cuesta cuarenta y pico pesos uruguayos, que son ocho pesos argentinos, que son dos dólares, que es un euro y medio. La cabeza me echa humo. Cuando llegamos María pregunta dónde está el hotel y el taxista le responde que es "ese portal de la derecha". Parecía mucho mejor en las fotos. Subimos las escaleras de entrada y nos encontramos con una recepción en la que no caben juntos el recepcionista y el botones gordito que le acompaña. "Teníamos una reserva a nombre de María Vallejo". El recepcionista consulta el ordenador y le dice al gordito que nos van a pasar de las 404 a la 301. No sabemos a qué se debe el cambio ni si es para mejor o para peor pero, tal como pintan las cosas, nos tememos que sea esto último.

El hotel está situado en un maravilloso edificio con aire colonial pero las habitaciones son bastante desastre. Son una especie de miniduplex. Abajo un saloncito pelín mugriento y arriba el dormitorio y el baño. El armario, que debería estar arriba, está abajo y la calefacción solo arriba (abajo te congelas). También hay un insecto trepando por la pared. Las puertas y las ventanas no cierran. Nos miramos resignadas pero nada puede con nuestro optimismo.

¿Qué se puede hacer en Montevideo? Según la guía no te puedes perder el museo de Torres García, a menos de una "cuadra" del hotel. Allá que vamos. Yo no sé nada de Torres García pero, a medida que voy leyendo su biografía comienzo a sentir penita. Síendo un niño su familia emigró a España y se instaló en Mataró. Yo no tengo nada contra Mataró pero ¿no había otro sitio más atractivo? Su carrera de pintor comienza en Cataluña. Siguiendo cánones clásicos pinta algunos murales donde exalta el patriotismo catalán. Las pinturas no gustan y poco después de su conclusión son tapadas. Su pongo que debe ser bastante desalentador para un pintor ver cómo tu obra es sepultada por otra que se considera mejor. Resignado se marcha a París, pero en una ciudad donde triunfan las vanguardias, sus pinturas "indígenas" tampoco tienen cabida. De ahí a Nueva York. Cuando llega piensa que esa será su ciudad pero no tarda en descubrir que estaba equivocado y viaja a Madrid. En Madrid más de lo mismo. Finalmente regresa a Montevideo donde le aguarda el éxito. Fin de la nota biográfica.

El Museo nos parece un lugar decrépito. De hecho somos las únicas visitantes. He leído que uno de los atractivos de la ciudad son las pintadas de las paredes. Así que paseamos en busca de alguna. Esta es la que más gracia nos hizo.


¿Cómo han sabido lo sucias que somos? Hacemos más fotos.


Las calles de la ciudad vieja están desiertas. Solo pasa alguna viejita de vez en cuando...


... o un carromato tirado por un caballo.


Vemos unos camiones último modelo...


... y para que todo no parezca tan decadente he aquí una foto de la principal plaza de la ciudad.

Besos.

Beta

lunes, 22 de junio de 2009

La crisis vive en las cunetas

Hola,

El vuelo IB6843 con destino a Buenos Aires sale a su hora. Llevo asiento de ventanilla. Me gusta mirar por la ventana en los aviones. De todos modos, casi todo el trayecto será de noche así que es muy probable que no pueda ver a ningún cadáver cuando sobrevolemos la costa brasileña. El avión no es demasiado moderno. No tiene pantallas individuales en cada asiento sino algunas generales. En el despegue nos ponen la imagen del avión captada desde una cámara situada en la cola del aparato y yo miro por la ventana y por la pantalla al mismo tiempo en un desesperado intento por saber qué es lo que ocurre en el exterior. La imagen de la pantalla es fascinante. Me pregunto qué habrían sentido los pasajeros del los aviones del 11S si hubieran tenido la posibilidad de ver una imagen como esa. Habrían visto su merte en directo y transmitida por televisión. En los aviones tiendo a pensar en la muerte.

Hemos tenido suerte y volamos en la fila 37, que es la de la salida de emergencia. Frente a nosotras se sienta una azafata de unos cincuenta años. Lleva una plaquita con su nombre escrito: L.Serrano. Si tuviéramos un accidente probablemente mi cuerpo saldría catapultado hacia el suyo y nos encontrarían a las dos calcinadas y abrazadas. No quiero que si me muero me encuentren abrazada a una señora de cincuenta años a la que ni siquiera conozco. Aprieto la mano de María y despegamos.

En doce horas pasamos del verano al invierno. En Buenos Aires están a cinco grados, treinta menos que en Madrid. Descendemos y se forma una gran cola antes del control de pasaportes. El embudo lo provocan dos chicas con el rostro cubierto por mascarillas. Sostienen un extraño aparato en la mano. Al principio pienso que nos van a fotografiar pero, en realidad, lo que hacen es tomarnos la temperatura. Si tienes fiebre estás jodida porque eres sospechosa de tener la gripe A y aquí ya van por seis muertos.

Luego cogemos a un taxi, o mejor, simplemente nos subimos en él. Durante el trayecto escuchamos las soluciones para la crisis que propone una locutora:

1.- Compren productos de marcas blancas, que son más baratos.
2.- Aprovechense de las ofertas de dos por uno.
3.- No dejen pasar las rebajas del día del padre.

Después hablan de Hugo Chavez. Dicen que es un tipo leído, "alguien que ha leído a los grandes... a Marx, a Mao, a Perón". Desconfío de las emisoras de radio que escuchan los taxistas casi tanto como de los propios taxistas. Entretanto nos hemos cruzado con tres coches tirados en las cunetas, con el capó abierto y con sus dueños desesperados. ¿Será una epidemia o simplemente la crisis?

Besos.

Beta

jueves, 18 de junio de 2009

El gran hijo de puta

Hola,

En el subsuelo del aeropuerto de Barajas vive un gran hijo de puta. Es soltero porque no ha encontrado a ninguna idiota dispuesta a liarse con él ni siquiera una noche. Tiene treinta y cinco años y es uno de los mayores pajilleros del globo. Si no fuera por las prostitutas de la Calle Montera seguiría siendo virgen. Vive con sus padres pero ellos le odian y no saben como librarse de él. Se pasa el día tirado en el sofá. Por las mañanas se ve a Ana Rosa y siempre está de acuerdo con las opiniones de Belén Esteban. Admira a Belén Esteban y tiene su habitación forrada con las fotos en las que ésta apareció enseñando las tetas de silicona en Interviu. Por las tardes no se pierde nunca "El Diario de Patricia", pues le encanta ver a descerebrados discutiendo y mostrando sus verguenzas en televisión.

Cuando hace unos años sus padres decidieron cortarle "financiación" no tuvo más remedio que buscarse un curro y ponerse a trabajar. Lo único que encontró fue un puesto cargando maletas en los bajos del aeropuerto. Al principio, mal que bien, cumplía su jornada laboral, pero con el paso de los meses comenzó a buscar excusas. Primero argumentó que tenía dolencias en la espalda provocadas por los largos años que había pasado recostado en el sofá de su casa. Luego argumentó que padecía una depresión provocada por tener que verse el careto en el espejo todas las mañanas. Finalmente descubrió la existencia de una enfermedad llamada "síndrome de fatiga crónica" y persiguió a los médicos durante varios meses para que se la diagnosticaran. No tuvo suerte.

Un día, mientras cargaba una sansonite con destino a Caracas los cierres de la maleta cedieron. En un primer momento, el gran hijo de puta temió que le acusaran de haber sido el causante del estropicio. Las palmas de las manos comenzaron a sudarle pero, cinco minutos después, la sensación de peligro se desvaneció. Nadie le había visto y, por tanto, nadie le había denunciado. Solo entonces reparó en el contenido de la maleta desvencijada. Observó un sujetador y también un par de bragas. Las cogió y, en un movimiento reflejo, se las llevó a la nariz. Cerró los ojos y aspiró. Segundos después se empalmó. Miró a su alrededor y se guardó las bragas en el bolsillo. Luego buscó algo con lo que atar la maleta y volvió a colocarla junto al resto del equipaje destinado a Caracas. Ya en su casa, olió y lamió nuevamente la prenda y pensó que acababa de descubrir algo parecido al camino que conduce hasta la felicidad. Horas después, en el otro extremo del planeta, Adelaida Fischer, una septuagenaria con más de treinta años viviendo en Caracas echó en falta una de sus bragas.

Desde aquel día, cada vez que el gran hijo de puta carga una maleta se pregunta si en su interior habrá unas bragas capaces de darle tanta felicidad como las de Adelaida. Poco a poco, ha ido adquiriendo la costumbre de abrir algunas de las maletas que pasan por sus manos. Ayer, el gran hijo de puta, se fijó en la mía. Se cercioró de que nadie le observaba e hizo saltar la cremallera. Revolvió la ropa que encontró y se apropió de un tanga de color rojo. Se que mientras yo le maldigo él se estará masturbando. Ojalá se le disloque la muñeca.

Menos mal que me queda Buenos Aires.

Besos.

Beta

martes, 16 de junio de 2009

Buenos Aires

Hola,

Seis bragas y las que llevo puestas. Dos pantalones y los que llevo puestos. Seis camisetas y la que llevo puesta. Seis pares de calcetines. Dos jerseys de cuello vuelto. Un abrigo. Un chubasquero. Unas botas. Unas All Stars negras. Una cámara de fotos con dos objetivos y dos baterías cargadas. El portátil. Ocho capítulos de Shoah, un documental sobre el holocausto (creo) que me recomendó Pepe Tito hace semanas, que aún no he tenido tiempo de ver y con los que pienso matar al jet lag cuando venga a buscarme. Medicinas varias. El pasaporte. Un reloj que marca cinco horas menos. La guía de Lonely Planet de Buenos Aires y un plano de la ciudad.

Ya está. Yo ya he hecho mi parte de la maleta.

Solo pienso en Buenos Aires. Me está esperando a unos miles de kilómetros de distancia. Tengo el billete y tengo el asiento del avión. Tengo, también, muchos clichés en la cabeza sobre los argentinos que posiblemente tenga que romper nada más llegar. En Buenos Aires encuentras, a juicio de los bonaerenses, las mejores pizzas y la mejor carne del mundo, las librerías más espectaculares, las mejores representaciones de teatro y los políticos más corruptos (a los que veré votar en directo el próximo día ventiocho). Tiene pinta de ser una ciudad de excesos y, a mí me encantan los excesos.

Lo próximo desde allí. Se admiten recomendaciones.

Besos.

Beta

miércoles, 10 de junio de 2009

Zerolo bebe

Hola,

Pedro Zerolo publica en su facebook que acaban de celebrar la "bienvenida civil" de Leo, el hijo de Cayetana Guillén. No soporto a Cayetana, no me entra en la cabeza que alguien pueda haber estado liada con Garci. Pero cuando leo lo de la "bienvenida civil" las cosas empiezan a cuadrar. Es tonta. Es rematadamente tonta. Es tonta, es relamida y además se las da de lista. Lo peor.

Consulto con expertos. Un señor con barba me explica que todo se debe a una educación religiosa mal curada. "Es posible que intente reproducir los modelos que ha vivido toda su vida. Ella, posiblemente, fue bautizada y lo que intenta es darle a su hijo la misma educación que ella ha recibido pero eliminando toda referencia religiosa". A mí me parece bien eliminar las referencias religiosas, me parece hasta obligatorio, pero si eliminas la religión y te dejas las absurdas liturgias que la acompañan posiblemente sea porque exista un sentimiento de culpa que te impida eliminarlas de verdad. El experto me lo corrobora. "Cayetana está intentando matar a Dios, pero se siente culpable al hacerlo". ¿Y sería posible que, dentro de unos años, el niño hiciera su primera comunión pero con una hostia civil?, pregunto. "Sí, entra dentro de lo posible". Lo estoy viendo. Cayetana le da una rodaja de pepino al niño. El niño la escupe porque piensa que el pepino está asqueroso y se nos vuelve un cristiano de los pies a la cabeza.

Al parecer Zerolo leyó "los derechos del niño, recogidos en la Convención Internacional de la Infancia" y el abuelo de la criatura recitó una poesía de Mario Benedetti. Supongo que el primero de los derechos de ese pobre niño debería ser que no le sometieran a "ceremonias coñazo", porque ver a Zerolo al abuelo Guillén y a la ex cantante de La Oreja de Van Gogh cantando "David el gnomo" (no me lo invento, viene en el periódico) debe ser bastante traumático (para mí lo sería). No sé, si de lo que se trata es de tomarse unas cañas a la salud del chaval tampoco hace falta tanta parafernalia y lo de "dotar al niño de la ciudadanía madrileña" (frase literal de Zerolo), no es más que una ida de pinza provocada por las mencionadas cañas.

Zerolo, que el laicismo es algo serio.

Besos.

Beta

lunes, 8 de junio de 2009

El placer y el dolor

Hola,

Madrid. Siete de Junio. Ocho y media de la mañana. Fernando entra en el dormitorio llevando una bandeja con el desayuno. Unos cruasanes que compró en El Corte Inglés el día anterior y dos cafés americanos. "Esperanza, cielo, levantate que tenemos que ser los primeros en votar". Espe refunfuña en la cama. Tiene los ojos cubiertos con un antifaz y el pelo de bruja de cuento. "Te he traído cruasantitos de los que te gustan".

- ¿Porqué me despiertas? No quiero ir a votar.
- ¿Cómo que no quieres ir? ¡Si esta vez sí que vamos a ganar!
- Si hombre... va a ganar Mariano.
- Va a ganar el PP, o sea, nosotros.
- A tí y a mí nos van a dar por el culo. Y hablando de eso... ¿cuándo vas a comprar Cialis?
- Mañana, mujer.
- Es que una tiene sus necesidades.
- ¿Si lo compro te vienes a votar?
- Bueeeeno.

Catorce horas después, la vicepresidenta De la Vega, confirma que el PP supera al PSOE por dos escaños y tres puntos porcentuales. En Génova, Pio García Escudero descorcha una botella de Moet (aquí el cava está muy mal visto), Cospedal y Soraya se abrazan y profieren grititos como nerviosas fans delante de su ídolo, Mariano escucha cómo Camps le dice por el móvil que "le quiere un huevo" y Esperanza charla con Güemes rabiando y temiendo que Gallardón aparezca en cualquier momento para colgarse la medalla del triunfo. Mayor Oreja está sentado en una silla. Tiene los ojos cerrados y mueve los labios mientras recita mentalmente el discurso de agradecimiento que tiene preparado. Todos pasan por delante de él sin prestarle la menor atención. Cuando Mariano consigue librarse del móvil congrega a todos los presentes, que hacen un corro como si de un equipo de baloncesto se tratara, juntan sus manos y gritan "¡Eeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeespañaaa!". "¡Una!", añade alguien por inercia.

Salen a saludar al balcón de Génova. Güemes empuja a Esperanza para que se una a Rajoy, Mayor Oreja y Cospedal "que parezca que hemos ganado nosotros". Un par de centenares de fieles agitan sus banderines azules de plástico. Son básicamente viejecitas y jóvenes con polos de Ralph Lauren. Militantes. Para ser militante, sea del partido que sea, solo hacen falta dos cosas: entusiasmo y capacidad para crear consignas que rimen:

"Jaime / Mayor / Eres el mejor", se lanza el primero. Es una buena rima, aunque le falta algo.

"Za pa tero / Di mi sión", ahora mucho mejor. No rima pero es un clásico.

"Za pa tero / Ma ri cón", prueba entre risotadas un tipo con bigote. Los que le rodean le aplauden pero no le siguen, tienen que parecer centristas y aunque los homosexuales son enfermos y desgraciados no conviene decirlo muy alto ya que no está bien visto.

Mayor Oreja coge el micrófono y comienza su parlamento. "Quiero agradecer a dos personas que lo han dado todo en esta campaña: Rodrigo Rato y Jose María Aznar". La masa hierve de emoción mientras los asesores electorales del partido se llevan las manos a la cabeza y rezan para que no siga metiendo la pata.

Espe goza y sufre a partes iguales.

jueves, 4 de junio de 2009

Hendaya, el musical

Hola,

Cierro los ojos e intento imaginarme cómo será Aznar en la cama. Supongo que hace unos años sería Ana quien llevara la iniciativa, la que gobernara sus eventuales escarceos sexuales, pero ahora, estando convencido de ser un líder mundial, es posible que Jose haya finalmente encontrado el valor para decirle a su mujer que quiere una mamada. De lo que no me queda la menor duda es de que, si así ha sido, Ana ha sabido hacérsela... y de que luego, Jose, se ha pasado el resto de la noche preguntándole a la almohada donde habrá aprendido su mujer a hacer esas cosas.

Desvarío, sí, pero todo tiene un fin. Quería llegar a contar que, a veces, las personas hacen cosas que no nos imaginábamos que pudieran llegar a hacer. Por ejemplo, ¿alguien se ha imaginado a Franco cantanto y bailando? Pues sí. Hace unos meses colgué en Soitu el corto de unos amigos en el que se recreaba el encuentro que Franco y Hitler sostuvieron en Hendaya en 1940 (para quienes se lo perdieran aquí va el recordatorio):



Ahora el corto se ha convertido en un musical. El otro día fue el preestreno para distribuidores. La cosa salió bastante bien ya que el resultado es bastante divertido. Pongo algunas fotos que me han pasado de los ensayos.

El de la derecha es Rafa Galán y hace de Serrano Suñer. Si España hubiera tenido alguna vez un ministro de exteriores capaz de poner esa cara las cosas nos habrían ido mucho mejor.


Aquí Hitler y Ribbentrop (los dos Luises, Arrasa y Yagüe) bailando. Hitler es el de la derecha. Es calvo. ¿Alguien se había planteado alguna vez la posibilidad de que Hitler fuera calvo y llevara peluquín?


Serrano Suñer peinandole el bigote a Franco. Franco (Pepe Macías) es más alto pero porque lleva alzas.


Y aquí yo a unos metros del caudillo. Menos mal que él estaba a lo suyo y no se fijó demasiado en mí.


Es posible que dentro de unos días se haga un pase en el Ateneo. Los interesados en acudir tendrán la información oportuna tanto aquí como en el blog de Hendaya.

Besos.

Beta

lunes, 1 de junio de 2009

¡¡Que lleguen a las manos, por favor!!

Hola,

Me di cuenta de que Carlos Boyero tenía algo contra Almodovar cuando salió de ver Hable con ella escupiendo sobre los "caretos" de Darío Grandinetti y Caetano Veloso y gritando, a todo aquel que quisiera escucharle, que "no se creía nada". A mí me había gustado la película, me había gustado Caetano y me había gustado Grandinetti así que los aspavientos de Boyero me parecieron exagerados pero graciosos. Luego Almodóvar siguió rodando y, si la reacción del "chico con la cara de viruela" había sido tan furibunda después de Hable con ella, no era difícil sospechar que con La Mala educación, Volver y Los abrazos rotos volvieran a llover "ostias como panes".

La semana pasada Almodovar explotó y escribió ocho páginas a propósito de las diatribas de Boyero. Era como ver al niño bueno de la clase defendiéndose del macarra de la última fila que le putea por puro placer. ¿Pero porqué lo haces?, gritaba Almodovar, y lo único que conseguía arrancar de Boyero era un "me aburres, multiplícate por cero".

- ¡Pero argumenta!
- Que argumente tu abuela, yo soy subjetivo.
- No mereces llamarte crítico.
- No me llamo crítico, me llamo Carlos Boyero.

Luego llegaron los amiguitos de cada cual y ahí se lió la cosa. Los de Almodovar se solidarizaron con el director y escribieron una estrafalaria carta a El País quejándose de otro artículo en el que se cuestionaba la sobreproducción mediocre del cine español. "Nosotros no somos mediocres, somos un sector complejo y estamos encantados de habernos conocido. Y no deberíais hablar de cine subvencionado vosotros, que tenéis páginas y páginas de publicidad institucional. Ah, y ¡Viva el Canon Digital!". O sea, patético.

Por su parte, los amigos de Boyero pusieron el grito en el cielo y, a través de un comité de redacción cesante, publicaron una nota hablando desorientadamente de "la libertad" (cosa que no recuerdo que hicieran cuando su periódico censuró hace un par de meses una columna de Enric González).

No sé, ya que las cosas están así, a mí lo que me gustaría es que llegaran a las manos. Ver a Eduardo Campoy diciéndole a Juan Cruz "¡que te pego, leeeche, que te pego!", mientras Javier Moreno, con el traje arrugado y los tirantes por los aires, intenta tirarle de la barba a Alex de la Iglesia. Y a todo esto, Angeles González Sinde con su nuevo peinado absurdo aplaudiendo no se sabe muy bien a qué (que es mejor que aplaudir a Rajoy en el debate sobre el estado de la nación).

A mí me gusta Almodovar y me gusta Boyero. Y creo que el artículo de Borja Hermoso (conocido en este sainete como "el escudero") sobre la última de Lars Von Trier así como el video que tanto él como Boyero dedicaron al director danés son buenísimos. Y además me gusta Lars Von Trier y estoy deseando ver "El anticristo". O sea que, como siempre, me quedo con lo peor de cada casa.

Besos.

Beta