Accidente

Hola,

Los días de lluvia y playa han terminado.



El sábado regresé a Madrid (*), el sábado regresé a casa. Cuando llegué mi madre estaba hablando por teléfono. Me dijo "hola" con la mirada y continuó con su conversación. Casi media hora después llamó a la puerta de mi habitación. Me preguntó si había venido para quedarme y yo contesté que sí. "Ah, vale, no sabía nada", dijo. Por supuesto, no hubo el menor gesto de alegría. Mi madre es de esas personas a quienes cuesta un mundo exteriorizar sus sentimientos. Si ves los álbumes de fotos familiares, las fotos de las celebraciones de mis cumpleaños por ejemplo, todo el mundo aparece riendo, aplaudiendo, cantando y celebrando mientras ella mantiene el gesto aséptico y frío como si la cosa fuera con todo el mundo menos con ella.

Conmigo la cosa no ha sido nunca demasiado distinta. Nuestra relación es, a los ojos de terceros, bastante extraña. Ella dice que no nació para ser madre y que nunca ha tenido demasiado instinto maternal. Tiendo a pensar que yo fui algo parecido a un accidente, un accidente quien sabe si provocado por mi padre, que en esos temas era completamente distinto. Hoy le echo mucho de menos.

Besos.

Beta


(*) Me hubiera gustado parar en Valencia. Me hubiera gustado mirar a través de los ojos azules de Miriam y comprobar qué había detrás. Lo malo de compartir coche es que a veces no eres tú quien marca el itinerario.