Hola,
A veces la vida te lleva a lugares insospechados. El miércoles pasado me invitaron a la presentación de una "radionovela" basada en un libro de María Teresa León titulado "Cervantes, el soldado que nos enseñó a hablar". Hablar de radionovelas en la era del podcast resulta bastante chocante ya que los seriales radiados dejaron de estar de moda... ¿hace sesenta años? No sé si porque era el día del libro, si por no hacer un feo a quien me había invitado o si porque el Círculo de Bellas Artes es lo que los cursis llamarían "un marco incomparable", pero el caso es que allí me planté y en su fiesta me colé.
Pregunté a una de las chicas de la entrada dónde era la presentación y me dijo que en la planta quinta. Mientras esperaba el ascensor se puso a mi derecha un tipo cuya cara me sonaba. Era Cayo Lara, secretario general de Izquierda Unida, a quien reconocí porque la noche anterior había aparecido en "Tengo una pregunta para usted". No le dije nada, no hubo huevos. Entró en el ascensor y pulsó el botón del cinco. Estaba claro, íbamos al mismo sitio. El ascensor subía y nosotros bajábamos la mirada. ¿Porqué en los ascensores la gente agacha la cabeza? La sala estaba bastante llena pero él tenía reservada una silla en la primera fila, junto a Paco Frutos. El ambiente estaba cargado de marxismo y de leninismo pues, al parecer, la producción de la radionovela había corrido a cargo de la Fundación Rosa Luxemburgo. ¡Siempre a la vanguardia!
Subió al escenario un señor de noventa años y comenzó a hablar de la guerra civil y de los fascistas asediando Madrid. Al final, como era de prever, el viejito se emocionó, se echó a llorar y nos tocó aplaudir para darle ánimos. Luego comenzó una recreación de la radionovela. La organizadora de todo era una argentina de un entusiasmo tal que tuve que mirar el móvil y constatar que estábamos en abril del 2009 y que, aunque lo parecía, aquella sala no era un a máquina del tiempo. Entre las actores estaban la venerable Asunción Balaguer, su nieta Candela, Maria Luisa San José y el hijo de Terele Pávez que resulta llamarse Carolo. Ca-ro-lo, hijo de Te-re-le. Suena un poco a chiste. ¿Tendrá un hermano llamado Cirilo? Ca-ro-lo-Te-re-le-Ci-ri-lo.
A todo esto, Paco Frutos bostezando.
Con Cervantes como excusa nos inyectamos en vena más de una hora de "cultura" sin cortar ni adulterar. Para habernos matado. La recompensa eran las dos mesas repletas de botellas de vino que esperaban a quienes fueran capaces de salir indemnes de la experiencia. Yo fui una de ellas pero a Pacofrutos tuvieron que llevárselo un par de camaradas nada más concluir la lectura.
A pesar de las sucesivas derrotas acumuladas, los comunistas saben cómo celebrar las cosas, o al menos eso pensé mientras contemplaba la habilidad del tipo que descorchaba las botellas. Luego empezaron a salir bandejas, primero con queso, luego con pollo, luego con migas y aquello pareció convertirse en esa estrofa de La Internacional que dice "en pie famélica legión".
Todos bebieron como cosacos pero mi cuerpo de cincuenta y dos kilos me traicionó y mi sentido del equilibrio comenzó a verse alterado. Entonces sí quise ir a hablar con Cayo Lara, "que me traigan a Cayo Lara" pero me dijeron que ya se había marchado. "Entonces que me traigan a Leonidas Brehznev", dije. Pero lo único que conseguí es que me subieran en un taxi y me mandaran a casa.
Besos.
Beta
miércoles, 29 de abril de 2009
lunes, 27 de abril de 2009
El chico del videoclub
Hola,
El chico del videoclub ha desaparecido. Quiero alquilar un documental que no encuentro en el emule pero cada vez que me acerco a su puerta la encuentro cerrada. Es un gafapasta de pelo largo bastante simpático, amante del cine francés y con los dedos amarillos por la nicotina. En su videoclub las películas están ordenadas por épocas y por nacionalidades. Cuando, como yo, estás en contra del cine de género esa es la forma más lógica de ordenar un catálogo. En el videoclub hay unas escaleras que te llevan al servicio, en el que supongo se follará a alguna clienta facilmente impresionable, y a un pequeño cuarto en el que guarda las cintas VHS.
Mi teoría es que el chico del videoclub esconde las pelis porno en la parte trasera de una estantería de ese cuarto y que, cuando fue a coger una, se le vino encima el mueble con todo su contenido.
Mi teoría es que lleva allí atrapado una semana, lanzando gritos de auxilio que nadie escucha.
Mi teoría es que sobrevive bebiendo su propio orín y que, para frenar el paso del tiempo ha relentizado los bioritmos de su cuerpo. Haciendo un esfuerzo ímprobo ha conseguido alcanzar con la yema de los dedos una copia de "El séptimo sello" de Bergman, y estirándose hasta el infinito ha conseguido introducirla en su reproductor de vídeos. Observar a Max Von Sydow jugando al ajedrez con la muerte le ha permitido llevar su cuerpo hasta un estado similar al de la hibernación de los osos. Sus pulsaciones han bajado, la temperatura de su cuerpo ha descendido hasta los ventinueve grados y su actividad cerebral prácticamente ha desaparecido.
Lorena coincide conmigo en que el chico del videoclub está en el sótano pero ella piensa que no se trata de ningún accidente, sino que ha sido secuestrado por Jose Luis Garci como gesto de represalia por no tener "Sangre de Mayo" en sus estanterías. Caso de que esta segunda hipótesis sea cierta no dudo en que, antes o después, Garci telefoneara a Juan Manuel de Prada y ambos se comerán al chico del videoclub en un intento por hacer desaparecer las pruebas de su delito.
No sé muy bien qué es lo que tengo que hacer. He estado tentada de llamar a los bomberos para que echen la puerta abajo pero también he pensado que, caso de estar equivocada, ni el chico del videoclub me perdonaría el destrozo, ni los bomberos la pérdida de tiempo. Además, quedaría como la loca que no soy. Soy un mar de dudas.
Besos.
Beta
El chico del videoclub ha desaparecido. Quiero alquilar un documental que no encuentro en el emule pero cada vez que me acerco a su puerta la encuentro cerrada. Es un gafapasta de pelo largo bastante simpático, amante del cine francés y con los dedos amarillos por la nicotina. En su videoclub las películas están ordenadas por épocas y por nacionalidades. Cuando, como yo, estás en contra del cine de género esa es la forma más lógica de ordenar un catálogo. En el videoclub hay unas escaleras que te llevan al servicio, en el que supongo se follará a alguna clienta facilmente impresionable, y a un pequeño cuarto en el que guarda las cintas VHS.
Mi teoría es que el chico del videoclub esconde las pelis porno en la parte trasera de una estantería de ese cuarto y que, cuando fue a coger una, se le vino encima el mueble con todo su contenido.
Mi teoría es que lleva allí atrapado una semana, lanzando gritos de auxilio que nadie escucha.
Mi teoría es que sobrevive bebiendo su propio orín y que, para frenar el paso del tiempo ha relentizado los bioritmos de su cuerpo. Haciendo un esfuerzo ímprobo ha conseguido alcanzar con la yema de los dedos una copia de "El séptimo sello" de Bergman, y estirándose hasta el infinito ha conseguido introducirla en su reproductor de vídeos. Observar a Max Von Sydow jugando al ajedrez con la muerte le ha permitido llevar su cuerpo hasta un estado similar al de la hibernación de los osos. Sus pulsaciones han bajado, la temperatura de su cuerpo ha descendido hasta los ventinueve grados y su actividad cerebral prácticamente ha desaparecido.
Lorena coincide conmigo en que el chico del videoclub está en el sótano pero ella piensa que no se trata de ningún accidente, sino que ha sido secuestrado por Jose Luis Garci como gesto de represalia por no tener "Sangre de Mayo" en sus estanterías. Caso de que esta segunda hipótesis sea cierta no dudo en que, antes o después, Garci telefoneara a Juan Manuel de Prada y ambos se comerán al chico del videoclub en un intento por hacer desaparecer las pruebas de su delito.
No sé muy bien qué es lo que tengo que hacer. He estado tentada de llamar a los bomberos para que echen la puerta abajo pero también he pensado que, caso de estar equivocada, ni el chico del videoclub me perdonaría el destrozo, ni los bomberos la pérdida de tiempo. Además, quedaría como la loca que no soy. Soy un mar de dudas.
Besos.
Beta
jueves, 23 de abril de 2009
Test
Hola,
Todos lo hemos hecho alguna vez, y el que diga que "no" miente. Todos hemos perdido el tiempo de la manera más absurda posible y todos nos hemos enganchado a algo de lo que, en el fondo, nos avergonzábamos. Puede ser el gran hermano, pueden ser los sudokus del periódico, puede ser un culebrón venezolano, o un programa de radio nocturno con testimonios de gente con mirada esquizoide. Pues bien, lo último en adicciones idiotas son los test de facebook. Yo he rellenado unos cuantos y el diagnóstico es que estoy bastante grave. Estos son algunos de los resultados:
Si fuera un dictador sería Napoleon (yo apostaba por Pol Pot) porque soy una "líder sin lugar a dudas. Tomo la iniciativa. Me dejo llevar por mi ambición de poder y conquista. Soy elitista, fría y desconfiada. Además sé manejar a la gente y darles lo que quieren".
Según facebook, si fuera una puta sería una puta de lujo (ese no está mal) porque soy "una de las mejores putas, reconocido por todos".
Si fuera un personaje de Almodovar sería Raimunda (esto es, Penélope en "Volver") porque "soy fuerte, independiente y sexy, pero mi pasado me atormenta... así que debería darle unas caladas al porro de la Agustina y dejar de comerme la cabeza".
Según otro test, debería vivir en La Latina porque "Madrid para mi es un sitio alternativo, porque madrid es hogar de artistas, de gente con visiones nuevas, y la bohemia del mundo actual. Porque un domingo no es domingo sin el combo rastro-tapas". He de aclarar que no me gusta el rastro.
Si fuera un personaje de "Friends" sería Chandler porque "soy sarcástica. Esta forma de ser me nació como una respuesta a un trauma", mientras que si fuera un personaje de "House" sería Foreman "de caracter fuerte y sobre todas las cosas, negra de alma, y antigua ladrona de coches cuando era joven". Lo de Foreman no está del todo mal, sobre todo teniendo en cuenta que, en los últimos capítulos se está liando con "Trece".
Además, en la cama soy "admirable" si bien la posición del kamasutra que me identifica es "la somnolienta" (a veces los test son contradictorios), y si fuera un animal en la cama sería una leona... que no es del todo bueno.
Otro test me confirma que "tendré una vejez perfecta", aunque lamentablemente, quien ha diseñado el test, entiende que una vejez perfecta es hacer ganchillo junto a un marido y rodeada de nietecitos.
Es suficiente. Tengo que parar. Es absurdo. Bueno, solo uno más: si hubiera sido una actriz clásica habría sido... ¡¡Greta Garbo!! ¡¡Mola!! Me encanta Greta Garbo. La amo. La adoro. Me pone. Venga otro: me reencarnaré en... "una botella de Coca Cola". Ya está. Lo dejo.
Besos.
Beta
Todos lo hemos hecho alguna vez, y el que diga que "no" miente. Todos hemos perdido el tiempo de la manera más absurda posible y todos nos hemos enganchado a algo de lo que, en el fondo, nos avergonzábamos. Puede ser el gran hermano, pueden ser los sudokus del periódico, puede ser un culebrón venezolano, o un programa de radio nocturno con testimonios de gente con mirada esquizoide. Pues bien, lo último en adicciones idiotas son los test de facebook. Yo he rellenado unos cuantos y el diagnóstico es que estoy bastante grave. Estos son algunos de los resultados:
Si fuera un dictador sería Napoleon (yo apostaba por Pol Pot) porque soy una "líder sin lugar a dudas. Tomo la iniciativa. Me dejo llevar por mi ambición de poder y conquista. Soy elitista, fría y desconfiada. Además sé manejar a la gente y darles lo que quieren".
Según facebook, si fuera una puta sería una puta de lujo (ese no está mal) porque soy "una de las mejores putas, reconocido por todos".
Si fuera un personaje de Almodovar sería Raimunda (esto es, Penélope en "Volver") porque "soy fuerte, independiente y sexy, pero mi pasado me atormenta... así que debería darle unas caladas al porro de la Agustina y dejar de comerme la cabeza".
Según otro test, debería vivir en La Latina porque "Madrid para mi es un sitio alternativo, porque madrid es hogar de artistas, de gente con visiones nuevas, y la bohemia del mundo actual. Porque un domingo no es domingo sin el combo rastro-tapas". He de aclarar que no me gusta el rastro.
Si fuera un personaje de "Friends" sería Chandler porque "soy sarcástica. Esta forma de ser me nació como una respuesta a un trauma", mientras que si fuera un personaje de "House" sería Foreman "de caracter fuerte y sobre todas las cosas, negra de alma, y antigua ladrona de coches cuando era joven". Lo de Foreman no está del todo mal, sobre todo teniendo en cuenta que, en los últimos capítulos se está liando con "Trece".
Además, en la cama soy "admirable" si bien la posición del kamasutra que me identifica es "la somnolienta" (a veces los test son contradictorios), y si fuera un animal en la cama sería una leona... que no es del todo bueno.
Otro test me confirma que "tendré una vejez perfecta", aunque lamentablemente, quien ha diseñado el test, entiende que una vejez perfecta es hacer ganchillo junto a un marido y rodeada de nietecitos.
Es suficiente. Tengo que parar. Es absurdo. Bueno, solo uno más: si hubiera sido una actriz clásica habría sido... ¡¡Greta Garbo!! ¡¡Mola!! Me encanta Greta Garbo. La amo. La adoro. Me pone. Venga otro: me reencarnaré en... "una botella de Coca Cola". Ya está. Lo dejo.
Besos.
Beta
martes, 21 de abril de 2009
La pianista y el matón
Hola,
Cuando tenía seis, siete, diez años quizás, quería tocar el piano. En realidad no quería tocarlo entonces, quería saberlo tocar cuando fuera mayor. Quería que llegara un día en que pudiera sentarme delante de un teclado y que mis dedos se movieran solos por encima arrancando melodías. Quería que la gente me rodeara y me admirara, y me quisiera. También me imaginaba, muchos años después, mostrando mis habilidades como pianista a un niño antes de mandarle a la cama. Esto último ni yo misma lo entiendo ya que mi instinto maternal siempre ha sido igual a cero.
Por aquel entonces, me compraron un pequeño órgano electrónico, lleno de ritmos y de acompañamientos, que era capaz de hacerse pasar por una flauta, o por una guitarra, o por un órgano de una iglesia, o por un piano, o por una mandolina. Yo me sentaba frente a él y simulaba que era una concertista, simulando que era yo quien tocaba las canciones que sonaban en el reproductor de CDs. Era una suerte de concertista impostora que, de vez en cuando pulsaba alguna tecla sin conseguir nunca acertar con la nota correcta. Era como si quisiera aprender a tocar por mímesis.
A día de hoy ya no tengo aquel órgano pero sigo tocando el piano sobre la mesa. Pongo música en el ordenador, aparto el teclado y entro en éxtasis mientras mis dedos pulsan teclas imaginarias sobre una mesa blanca.
A veces creemos que hacemos cosas que en realidad no hacemos. Nos engañamos para sentirnos felices. Nos prometemos una vida eterna que en realidad no existe. No hay nada malo en ello. Lo malo es cuando es el Rouco de turno el que intenta sacar partido de nuestras creencias, y nos atemoriza, como un matón de barrio, con arrebatarnos nuestros sueños.
Besos.
Beta
Cuando tenía seis, siete, diez años quizás, quería tocar el piano. En realidad no quería tocarlo entonces, quería saberlo tocar cuando fuera mayor. Quería que llegara un día en que pudiera sentarme delante de un teclado y que mis dedos se movieran solos por encima arrancando melodías. Quería que la gente me rodeara y me admirara, y me quisiera. También me imaginaba, muchos años después, mostrando mis habilidades como pianista a un niño antes de mandarle a la cama. Esto último ni yo misma lo entiendo ya que mi instinto maternal siempre ha sido igual a cero.
Por aquel entonces, me compraron un pequeño órgano electrónico, lleno de ritmos y de acompañamientos, que era capaz de hacerse pasar por una flauta, o por una guitarra, o por un órgano de una iglesia, o por un piano, o por una mandolina. Yo me sentaba frente a él y simulaba que era una concertista, simulando que era yo quien tocaba las canciones que sonaban en el reproductor de CDs. Era una suerte de concertista impostora que, de vez en cuando pulsaba alguna tecla sin conseguir nunca acertar con la nota correcta. Era como si quisiera aprender a tocar por mímesis.
A día de hoy ya no tengo aquel órgano pero sigo tocando el piano sobre la mesa. Pongo música en el ordenador, aparto el teclado y entro en éxtasis mientras mis dedos pulsan teclas imaginarias sobre una mesa blanca.
A veces creemos que hacemos cosas que en realidad no hacemos. Nos engañamos para sentirnos felices. Nos prometemos una vida eterna que en realidad no existe. No hay nada malo en ello. Lo malo es cuando es el Rouco de turno el que intenta sacar partido de nuestras creencias, y nos atemoriza, como un matón de barrio, con arrebatarnos nuestros sueños.
Besos.
Beta
jueves, 16 de abril de 2009
Coffee
Hola,
He aquí mi merienda de ayer. Esto lleva camino de convertirse en una serie sobre mi taza Pantone. Las galletitas las compré en un chino. La bolsa me costó un euro y treinta céntimos. Se llaman "chiquitillos". El nombre me hace gracia. Son como niños a la hora del recreo sin saber la que se les viene encima. Escucho su agudo griterío de pavor cuando me los meto en la boca. Me siento Godzilla. Se que es absurdo engancharse a unas galletas llamadas "chiquitillos". Es de lo mas kitsch, pero todas tenemos un lado kitsch (y todas escuchamos voces de las galletas que nos hablan).
Besos.
Beta
He aquí mi merienda de ayer. Esto lleva camino de convertirse en una serie sobre mi taza Pantone. Las galletitas las compré en un chino. La bolsa me costó un euro y treinta céntimos. Se llaman "chiquitillos". El nombre me hace gracia. Son como niños a la hora del recreo sin saber la que se les viene encima. Escucho su agudo griterío de pavor cuando me los meto en la boca. Me siento Godzilla. Se que es absurdo engancharse a unas galletas llamadas "chiquitillos". Es de lo mas kitsch, pero todas tenemos un lado kitsch (y todas escuchamos voces de las galletas que nos hablan).
Besos.
Beta
lunes, 13 de abril de 2009
El político
Hola,
Me aparece en facebook un político: un diputado del PSOE. Como estoy muy cabreada por el nombramiento de la Sinde como ministra de cultura le pincho... a ver si sangra. Los políticos no sangran, no pueden permitírselo. Prefieren que sangremos los demás. Cuando empecé la carrera consideré muy seriamente la posibilidad de afiliarme al Partido Comunista. Llegué incluso a plantarme en la sede del Partido aquí en Madrid. Cuando pregunté qué tenía que hacer para afiliarme me miraron como si fuera una marciana. Creo que esas miradas hicieron que se me empezaran a quitar las ganas. Me preguntaron en qué ámbito del Partido me gustaría trabajar a lo que respondí que no sabía. "¿Eres estudiante, no? -dijeron-. Entonces a educación". Me hicieron un carnet provisional y empezaron a convocarme a reuniones a las que nunca asistí. Entendí que para militar en un partido lo importante no es lo firmes que sean o no tus convicciones, sino que lo verdaderamente importante es que te guste acudir a reuniones. No pagué ninguna de las cuotas ya que, en realidad, no me sentía miembro de nada y lo que quería era que me expulsaran. Con el tiempo dejaron de escribirme.
El caso es que el diputado del PSOE no descansa en vacaciones. Supongo que, al principio, piensa que soy una presa fácil así que intenta ahuyentar mis temores sobre la nueva ministra mostrándome la disposición adicional tercera de no se qué ley. Es un ingenuo porque me la leo y en ella no se habla más que de buenos propósitos (o malos, ya que dependiendo de cómo la leas la disposición puede afirmar una cosa o su contraria). Pero no se rinde y vuelve al ataque. Los políticos son rottweilers que disfrutan entrando al trapo y que cuando sienten la carnaza entre sus dientes se resisten a soltarla. Me explica que nadie puede ser condenado antes de haber tomado posesión y yo le hablo de antecedentes, y del error de su nombramiento, y de la decepción. Luego me habla de la libertad y está a un paso de hacerlo también de la igualdad y la fraternidad. Me habla de imposibles, de permitir unas descargas sí y otras no, pero eso es como permitir el derecho de reunión pero "solo para hablar de ciertas cosas". Si permites que la gente se descargue archivos por internet no puedes decidir cuáles. El tema es permitirlo o no, y aunque el diputado del PSOE es permisivo su ministra no lo es. Dura tarea la que tiene por delante.
Ayer los periódicos hablaban de sondeos en los que el Partido Popular aparece aventajando en cuatro puntos al PSOE con vistas a las elecciones europeas. Cada cual es libre de escoger el modo en que suicidarse pero yo no quisiera compartir mi ataud con Angeles González-Sinde.
Besos.
Beta
Me aparece en facebook un político: un diputado del PSOE. Como estoy muy cabreada por el nombramiento de la Sinde como ministra de cultura le pincho... a ver si sangra. Los políticos no sangran, no pueden permitírselo. Prefieren que sangremos los demás. Cuando empecé la carrera consideré muy seriamente la posibilidad de afiliarme al Partido Comunista. Llegué incluso a plantarme en la sede del Partido aquí en Madrid. Cuando pregunté qué tenía que hacer para afiliarme me miraron como si fuera una marciana. Creo que esas miradas hicieron que se me empezaran a quitar las ganas. Me preguntaron en qué ámbito del Partido me gustaría trabajar a lo que respondí que no sabía. "¿Eres estudiante, no? -dijeron-. Entonces a educación". Me hicieron un carnet provisional y empezaron a convocarme a reuniones a las que nunca asistí. Entendí que para militar en un partido lo importante no es lo firmes que sean o no tus convicciones, sino que lo verdaderamente importante es que te guste acudir a reuniones. No pagué ninguna de las cuotas ya que, en realidad, no me sentía miembro de nada y lo que quería era que me expulsaran. Con el tiempo dejaron de escribirme.
El caso es que el diputado del PSOE no descansa en vacaciones. Supongo que, al principio, piensa que soy una presa fácil así que intenta ahuyentar mis temores sobre la nueva ministra mostrándome la disposición adicional tercera de no se qué ley. Es un ingenuo porque me la leo y en ella no se habla más que de buenos propósitos (o malos, ya que dependiendo de cómo la leas la disposición puede afirmar una cosa o su contraria). Pero no se rinde y vuelve al ataque. Los políticos son rottweilers que disfrutan entrando al trapo y que cuando sienten la carnaza entre sus dientes se resisten a soltarla. Me explica que nadie puede ser condenado antes de haber tomado posesión y yo le hablo de antecedentes, y del error de su nombramiento, y de la decepción. Luego me habla de la libertad y está a un paso de hacerlo también de la igualdad y la fraternidad. Me habla de imposibles, de permitir unas descargas sí y otras no, pero eso es como permitir el derecho de reunión pero "solo para hablar de ciertas cosas". Si permites que la gente se descargue archivos por internet no puedes decidir cuáles. El tema es permitirlo o no, y aunque el diputado del PSOE es permisivo su ministra no lo es. Dura tarea la que tiene por delante.
Ayer los periódicos hablaban de sondeos en los que el Partido Popular aparece aventajando en cuatro puntos al PSOE con vistas a las elecciones europeas. Cada cual es libre de escoger el modo en que suicidarse pero yo no quisiera compartir mi ataud con Angeles González-Sinde.
Besos.
Beta
martes, 7 de abril de 2009
Sinde y su bate de beisbol
Hola,
1.- Voy a comer al Pink Sushiman. Cuando regreso a casa noto cómo la gente me observa y murmura. No sé lo que pasa, es como una película de terror. Todos los ojos clavados en mí, todo murmullos, todo siniestras risas de ultratumba. Tengo un ataque de pánico: corro. Llego a casa sin respiración. Cierro la puerta con todos sus pestillos y apoyo mi espalda en ella como intentando evitar que un ser maligno y terrible la derrumbe y me haga daño. Sudo hielo. Cierro los ojos hasta que, poco a poco, voy recobrando la tranquilidad.
2.- Camino hasta el ordenador. Lo abro. Lo enciendo. Suena un inesperado "tachán" que me sobrecoge. Me llevo la mano al corazón que late acelerado. En la pantalla hay un espiral que gira y gira como en un sueño y, de repente, aparece su cara: es Angeles González Sinde. Vale, es cierto que sustituye a Cesar Antonio Molina, uno de esos tipos coñazo que una ya no sabe si existe de verdad o no es más que un personaje de los soporíferos artículos de Juan Cruz en El País, pero ¿cómo es posible que Angeles Gonzalez Sinde sea la nueva ministra de cultura?
3.- La semana pasada escribí un artículo para Soitu sobre la piratería (un artículo que no salió). Contaba que, durante la dictadura, los españoles viajaban en seiscientos a Perpignan para intentar escapar de la censura y de la caspa y decía que, afortunademente, con internet y las posibilidades que ofrece para comunicarnos y para que intercambiemos información, todo aquello es historia. Decía también que si entonces a la libertad se iba montado en seiscientos ahora se va a lomos de un burro, o de una mula, o del emule, que es lo mismo. Decía que el emule te permite ver lo que la industria te niega, porque la censura es ahora comercial y si una peli, o un disco, o un libro no venden... la industria les da la espalda. Decía que afortunadamente existen los programas P2P y que esperaba que ningún Ramoncín y ningún Cesar Antonio Molina aparecieran de detrás de una cuneta armados con bates de beisbol para romperle las piernas a nuestro burro liberador tal y como intentan hacer en Francia.
4.- Y en estas va Zapatero y hace ministra a Angeles Gonzalez Sinde, una destacada talibán empeñada en combatir el progreso. Se va Bernat Soria y viene la Sinde. Se va uno que estaba a favor de investigar con células madre y viene una dispuesta a cortarnos el adsl para que volvamos a la caverna. ¿Es esto progreso?
5.- Junto a tu perfil de facebook puedes escribir una frase donde defines lo que haces o piensas en el momento. Una especie de twitter.
La de Irene Serrano es: ¡Chaves vicepresidente tercero! ¿Pero, qué engaño es este?
La de María Ovelar es: Las iniciales de la nueva ministra de cultura (Angeles Gonzalez Sinde) al revés forman SGA... joer.
La de Fernando Encinar es: Cómo acabar con el uso de internet: 1. Nombra a Gonzalez-Sinde como ministra de cultura.
Tres frases elegidas al azar de tres personas que no votarían a Rajoy pero que sienten que Zapatero se lo empieza a poner difícil. Yo, por mi parte, estoy catatónica por el hecho de que Pepe Blanco haya conseguido finalmente ser ministro. Este es el país de las oportunidades (o de los saldos).
6.- Si quieres ser presidente de gobierno (o tendría que decir: ya que eres presidente del gobierno) lo primero que tienes que tener es una dentadura como la de Obama. Sonreir escondiendo los dientes puede convertirte en una ridícula parodia de Mister Bean. (Lo siento, pero después de cinco años en el gobierno es hora de que despidas a tus asesores de imagen. Por doloroso que sea, alguien tenía que decírtelo)
7.- ¡Sonsoles Espinosa presidenta!
Besos.
Beta
1.- Voy a comer al Pink Sushiman. Cuando regreso a casa noto cómo la gente me observa y murmura. No sé lo que pasa, es como una película de terror. Todos los ojos clavados en mí, todo murmullos, todo siniestras risas de ultratumba. Tengo un ataque de pánico: corro. Llego a casa sin respiración. Cierro la puerta con todos sus pestillos y apoyo mi espalda en ella como intentando evitar que un ser maligno y terrible la derrumbe y me haga daño. Sudo hielo. Cierro los ojos hasta que, poco a poco, voy recobrando la tranquilidad.
2.- Camino hasta el ordenador. Lo abro. Lo enciendo. Suena un inesperado "tachán" que me sobrecoge. Me llevo la mano al corazón que late acelerado. En la pantalla hay un espiral que gira y gira como en un sueño y, de repente, aparece su cara: es Angeles González Sinde. Vale, es cierto que sustituye a Cesar Antonio Molina, uno de esos tipos coñazo que una ya no sabe si existe de verdad o no es más que un personaje de los soporíferos artículos de Juan Cruz en El País, pero ¿cómo es posible que Angeles Gonzalez Sinde sea la nueva ministra de cultura?
3.- La semana pasada escribí un artículo para Soitu sobre la piratería (un artículo que no salió). Contaba que, durante la dictadura, los españoles viajaban en seiscientos a Perpignan para intentar escapar de la censura y de la caspa y decía que, afortunademente, con internet y las posibilidades que ofrece para comunicarnos y para que intercambiemos información, todo aquello es historia. Decía también que si entonces a la libertad se iba montado en seiscientos ahora se va a lomos de un burro, o de una mula, o del emule, que es lo mismo. Decía que el emule te permite ver lo que la industria te niega, porque la censura es ahora comercial y si una peli, o un disco, o un libro no venden... la industria les da la espalda. Decía que afortunadamente existen los programas P2P y que esperaba que ningún Ramoncín y ningún Cesar Antonio Molina aparecieran de detrás de una cuneta armados con bates de beisbol para romperle las piernas a nuestro burro liberador tal y como intentan hacer en Francia.
4.- Y en estas va Zapatero y hace ministra a Angeles Gonzalez Sinde, una destacada talibán empeñada en combatir el progreso. Se va Bernat Soria y viene la Sinde. Se va uno que estaba a favor de investigar con células madre y viene una dispuesta a cortarnos el adsl para que volvamos a la caverna. ¿Es esto progreso?
5.- Junto a tu perfil de facebook puedes escribir una frase donde defines lo que haces o piensas en el momento. Una especie de twitter.
La de Irene Serrano es: ¡Chaves vicepresidente tercero! ¿Pero, qué engaño es este?
La de María Ovelar es: Las iniciales de la nueva ministra de cultura (Angeles Gonzalez Sinde) al revés forman SGA... joer.
La de Fernando Encinar es: Cómo acabar con el uso de internet: 1. Nombra a Gonzalez-Sinde como ministra de cultura.
Tres frases elegidas al azar de tres personas que no votarían a Rajoy pero que sienten que Zapatero se lo empieza a poner difícil. Yo, por mi parte, estoy catatónica por el hecho de que Pepe Blanco haya conseguido finalmente ser ministro. Este es el país de las oportunidades (o de los saldos).
6.- Si quieres ser presidente de gobierno (o tendría que decir: ya que eres presidente del gobierno) lo primero que tienes que tener es una dentadura como la de Obama. Sonreir escondiendo los dientes puede convertirte en una ridícula parodia de Mister Bean. (Lo siento, pero después de cinco años en el gobierno es hora de que despidas a tus asesores de imagen. Por doloroso que sea, alguien tenía que decírtelo)
7.- ¡Sonsoles Espinosa presidenta!
Besos.
Beta
lunes, 6 de abril de 2009
Jenson Button
Hola,
Abro un ojo. La cama está vacía. Me arrastro hacia la mesilla para ver qué me dice el despertador. Las once y media. Es domingo, los domingos una puede levantarse a las once y media. Escucho el rumor de la tele. No soy capaz de vocalizar así que emito un ruido que haga saber que ya estoy despierta. No hay respuesta. Intento de nuevo. Nada. En el tercer intento el ruido se convierte en un lánguido "hola", y luego en otro. Me responden sin demasiado entusiasmo con un nuevo "hola". Tengo la sensación de que nadie va a venir a verme así que intento incorporarme al mundo de los vivos por mis propios medios. Repto desde la cama hasta el salón donde mi chica está viendo la televisión. Mis movimientos son pegajosos y lentos. Cuando llego le pregunto qué ve y me dice que la carrera de fórmula uno. Le pregunto si es emocionante y me dice que no, que como llueve mucho han suspendido la carrera. Me digo a mí misma que si está suspendida podría haberme respondido cuando la he llamado desde la cama pero ella, no obstante, parece muy interesada en lo que pasa en la tele. Le pregunto quién es el de la pantalla y me mira como diciendo "espero que no me preguntes eso con cada uno de los que vaya saliendo". Pero yo trato de hacerme notar y pregunto por Fernando Alonso (sería una marciana si no supiera quién es Fernando Alonso). El rostro de mi chica indica que las cosas no han ido demasiado bien. Vivir en pareja hace que tus gustos, en ocasiones, terminen mimetizándose con los de tu compañero/a. De repente aparece un tío bueno vestido de piloto, un tío tan bueno que no me doy cuenta de que acaban de decirme que no pregunte por cada uno de los que vayan saliendo en pantalla e instintivamente repito: "¿Y ese quien es?". Esta vez mi pregunta tiene toda la lógica del mundo.
- Es Jenson Button, un inglés. Ganó la primera carrera y en esta también iba primero cuando ha empezado a llover, me explican.
- Pues está bueno, contesto.
- Y que lo digas.
La cara de mi pareja no solo indica lo bueno que está Jenson Button sino que ella se lo tiraría incluso con el traje de piloto puesto. Yo también me lo tiraría pero disimulo un poco mejor. De repente somos dos lesbianas babeando por un tío frente al televisor un domingo a las doce de la mañana.
- Se parece al de Coldplay.
- Qué dices, éste está mejor.
- Zorra.
- Tú.
Besos.
Beta
Abro un ojo. La cama está vacía. Me arrastro hacia la mesilla para ver qué me dice el despertador. Las once y media. Es domingo, los domingos una puede levantarse a las once y media. Escucho el rumor de la tele. No soy capaz de vocalizar así que emito un ruido que haga saber que ya estoy despierta. No hay respuesta. Intento de nuevo. Nada. En el tercer intento el ruido se convierte en un lánguido "hola", y luego en otro. Me responden sin demasiado entusiasmo con un nuevo "hola". Tengo la sensación de que nadie va a venir a verme así que intento incorporarme al mundo de los vivos por mis propios medios. Repto desde la cama hasta el salón donde mi chica está viendo la televisión. Mis movimientos son pegajosos y lentos. Cuando llego le pregunto qué ve y me dice que la carrera de fórmula uno. Le pregunto si es emocionante y me dice que no, que como llueve mucho han suspendido la carrera. Me digo a mí misma que si está suspendida podría haberme respondido cuando la he llamado desde la cama pero ella, no obstante, parece muy interesada en lo que pasa en la tele. Le pregunto quién es el de la pantalla y me mira como diciendo "espero que no me preguntes eso con cada uno de los que vaya saliendo". Pero yo trato de hacerme notar y pregunto por Fernando Alonso (sería una marciana si no supiera quién es Fernando Alonso). El rostro de mi chica indica que las cosas no han ido demasiado bien. Vivir en pareja hace que tus gustos, en ocasiones, terminen mimetizándose con los de tu compañero/a. De repente aparece un tío bueno vestido de piloto, un tío tan bueno que no me doy cuenta de que acaban de decirme que no pregunte por cada uno de los que vayan saliendo en pantalla e instintivamente repito: "¿Y ese quien es?". Esta vez mi pregunta tiene toda la lógica del mundo.
- Es Jenson Button, un inglés. Ganó la primera carrera y en esta también iba primero cuando ha empezado a llover, me explican.
- Pues está bueno, contesto.
- Y que lo digas.
La cara de mi pareja no solo indica lo bueno que está Jenson Button sino que ella se lo tiraría incluso con el traje de piloto puesto. Yo también me lo tiraría pero disimulo un poco mejor. De repente somos dos lesbianas babeando por un tío frente al televisor un domingo a las doce de la mañana.
- Se parece al de Coldplay.
- Qué dices, éste está mejor.
- Zorra.
- Tú.
Besos.
Beta
jueves, 2 de abril de 2009
El periódico
Hola,
Hace cuatro veranos mi madre levantó el teléfono e hizo un par de llamadas. Cuando colgó me había conseguido unas prácticas en un periódico local. Yo, al principio, estaba muy contenta, no tanto por el empleo en sí, sino porque al ser un trabajo fuera de Madrid podría tomar aire lejos de mi ambiente familiar.
Lo primero que hice el primer día fue acudir al despacho del director. Me presenté y él me preguntó en qué sección me gustaría trabajar. Yo no sabía muy bien qué responder así que contesté lo lógico: bueno, yo estudio políticas (mentí, pero no era el momento de explicarle cuáles eran las diferencias entre políticas y sociología), así que me gustaría escribir de política. Me miró por encima de sus gafas y me explicó que la política de la que allí se hablaba eran asuntos locales de poca importancia, la vida del ayuntamiento y sus concejales, todo muy doméstico, y que no estaba seguro de que eso a mí, que venía de Madrid, me fuera a interesar. "Yo te veo más en cultura -añadió-. Porque a ti... ¿la cultura te interesa, no?". Yo respondí que por supuesto, siempre y cuando en la cultura no estuvieran englobados los toros y el deporte. Entonces me volvió a mirar por encima de sus gafas.
Después de explicarme la mierda que me iban a pagar me acompañó a la redacción y fuimos hasta las mesas donde estaban los de cultura. Eran tres (luego se añadiría un cuarto): el jefe era un tío clavado a Calamaro pero con gafas y cien kilos más; la que parecía ocupar el segundo lugar en el escalafón debía tener tres o cuatro años más que yo, se llamaba Ana y, desde el mismo momento en que la vi supe que me caería fatal; el tercero era un cincuentón que escribía de música. Había un cuarto ordenador, el único que estaba vacío en ese momento, que pertenecía "al de cine", pero "ese llega más tarde", me contaron. Me senté en el ordenador que estaba libre y me dijeron que leyera teletipos. Mientras, ellos continuaron con la conversación que tenían antes de mi llegada. Todo me resultó muy frío. Al rato todo el mundo se fue a comer. En la redacción quedamos otra y yo. Me acerqué a charlar con ella. Se llamaba Laura y se dedicaba a maquetar. No se si se debió a que ella fue la única persona que pareció hacerme caso pero me sentí ligeramente atraída por ella. Cuando llegó el de cine me quedé sin pantalla en la que leer teletipos y fui rodando, de ordenador en ordenador, por toda la redacción en busca de un lugar que estuviera libre.
En las dos semanas siguientes me dediqué a editar teletipos y a acostarme con Laura. Aprendí dos cosas, bueno mejor tres: La primera era que si aquellos teletipos de agencia habían sido redactados por periodistas profesionales, a poco que yo me esmerara, tendría una carrera fulgurante en el mundo periodístico. Me sentía la tuerta en un país de ciegos. La segunda cosa, un poco consecuencia de la primera, es que no me gustaría pertenecer al gremio de los periodistas. La tercera, y no por ello menos importante, es que cuando vives en provincias follar es una de las mejores formas de ocio que existen.
Mi primer trabajo "serio" consistió en entrevistar a una señora que acababa de publicar un libro de poesía. "Beta, hay que sacar una entrevista con esta", me dijo Calamaro arrojándome un ejemplar del libro en cuestión. Ojeé el libro. Creo que era de lo peor que había leído nunca. Quedé con la señora en una cafetería (en provincias los cafés se llaman cafeterías y casi todos parecen haber sido decorados por un primo de los Alcántara). Debía tener cuarenta y muchos y llevaba el pelo cardado. Charlamos una media hora. La mayor parte del tiempo fue ella quien habló. Habló de las estrellas, de las constelaciones y de la alineación de los planetas. Afortunadamente yo llevé una grabadora para registrarlo todo porque no era capaz de escucharla, veía cómo movía los labios y gesticulaba, pero en mi cabeza lo único que se oía era mi propia voz preguntándome cómo iba a conseguir rellenar ni siquiera un párrafo con semejante personaje. Cuando volví al periódico escribí lo que de verdad pensaba. No me lo publicaron.
Una mañana llegué al periódico y noté que todos me miraban. El subdirector me dijo que el director quería hablar conmigo y que estaba en su despacho. Entré. El director me miró por encima de las gafas y me dijo que, después de dos meses y medio, había llegado a la conclusión de que el periódico y yo no encajábamos. Yo no dije nada. Recuerdo que me dio la mano y luego salí de su despacho. Era de esos que te dan la mano flácidamente y tienes la sensación de que te vas a quedar con ella. Todo el mundo me miraba. Yo sonreí. Evidentemente todos sabían lo que acababa de pasar. Cogí mis cosas y me fui sin despedirme de nadie, ni siquiera de Laura. Me sentí muy triste pero creo que aprendí una lección.
Besos.
Beta
Hace cuatro veranos mi madre levantó el teléfono e hizo un par de llamadas. Cuando colgó me había conseguido unas prácticas en un periódico local. Yo, al principio, estaba muy contenta, no tanto por el empleo en sí, sino porque al ser un trabajo fuera de Madrid podría tomar aire lejos de mi ambiente familiar.
Lo primero que hice el primer día fue acudir al despacho del director. Me presenté y él me preguntó en qué sección me gustaría trabajar. Yo no sabía muy bien qué responder así que contesté lo lógico: bueno, yo estudio políticas (mentí, pero no era el momento de explicarle cuáles eran las diferencias entre políticas y sociología), así que me gustaría escribir de política. Me miró por encima de sus gafas y me explicó que la política de la que allí se hablaba eran asuntos locales de poca importancia, la vida del ayuntamiento y sus concejales, todo muy doméstico, y que no estaba seguro de que eso a mí, que venía de Madrid, me fuera a interesar. "Yo te veo más en cultura -añadió-. Porque a ti... ¿la cultura te interesa, no?". Yo respondí que por supuesto, siempre y cuando en la cultura no estuvieran englobados los toros y el deporte. Entonces me volvió a mirar por encima de sus gafas.
Después de explicarme la mierda que me iban a pagar me acompañó a la redacción y fuimos hasta las mesas donde estaban los de cultura. Eran tres (luego se añadiría un cuarto): el jefe era un tío clavado a Calamaro pero con gafas y cien kilos más; la que parecía ocupar el segundo lugar en el escalafón debía tener tres o cuatro años más que yo, se llamaba Ana y, desde el mismo momento en que la vi supe que me caería fatal; el tercero era un cincuentón que escribía de música. Había un cuarto ordenador, el único que estaba vacío en ese momento, que pertenecía "al de cine", pero "ese llega más tarde", me contaron. Me senté en el ordenador que estaba libre y me dijeron que leyera teletipos. Mientras, ellos continuaron con la conversación que tenían antes de mi llegada. Todo me resultó muy frío. Al rato todo el mundo se fue a comer. En la redacción quedamos otra y yo. Me acerqué a charlar con ella. Se llamaba Laura y se dedicaba a maquetar. No se si se debió a que ella fue la única persona que pareció hacerme caso pero me sentí ligeramente atraída por ella. Cuando llegó el de cine me quedé sin pantalla en la que leer teletipos y fui rodando, de ordenador en ordenador, por toda la redacción en busca de un lugar que estuviera libre.
En las dos semanas siguientes me dediqué a editar teletipos y a acostarme con Laura. Aprendí dos cosas, bueno mejor tres: La primera era que si aquellos teletipos de agencia habían sido redactados por periodistas profesionales, a poco que yo me esmerara, tendría una carrera fulgurante en el mundo periodístico. Me sentía la tuerta en un país de ciegos. La segunda cosa, un poco consecuencia de la primera, es que no me gustaría pertenecer al gremio de los periodistas. La tercera, y no por ello menos importante, es que cuando vives en provincias follar es una de las mejores formas de ocio que existen.
Mi primer trabajo "serio" consistió en entrevistar a una señora que acababa de publicar un libro de poesía. "Beta, hay que sacar una entrevista con esta", me dijo Calamaro arrojándome un ejemplar del libro en cuestión. Ojeé el libro. Creo que era de lo peor que había leído nunca. Quedé con la señora en una cafetería (en provincias los cafés se llaman cafeterías y casi todos parecen haber sido decorados por un primo de los Alcántara). Debía tener cuarenta y muchos y llevaba el pelo cardado. Charlamos una media hora. La mayor parte del tiempo fue ella quien habló. Habló de las estrellas, de las constelaciones y de la alineación de los planetas. Afortunadamente yo llevé una grabadora para registrarlo todo porque no era capaz de escucharla, veía cómo movía los labios y gesticulaba, pero en mi cabeza lo único que se oía era mi propia voz preguntándome cómo iba a conseguir rellenar ni siquiera un párrafo con semejante personaje. Cuando volví al periódico escribí lo que de verdad pensaba. No me lo publicaron.
Una mañana llegué al periódico y noté que todos me miraban. El subdirector me dijo que el director quería hablar conmigo y que estaba en su despacho. Entré. El director me miró por encima de las gafas y me dijo que, después de dos meses y medio, había llegado a la conclusión de que el periódico y yo no encajábamos. Yo no dije nada. Recuerdo que me dio la mano y luego salí de su despacho. Era de esos que te dan la mano flácidamente y tienes la sensación de que te vas a quedar con ella. Todo el mundo me miraba. Yo sonreí. Evidentemente todos sabían lo que acababa de pasar. Cogí mis cosas y me fui sin despedirme de nadie, ni siquiera de Laura. Me sentí muy triste pero creo que aprendí una lección.
Besos.
Beta
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