domingo, 8 de junio de 2014

Pérdidas

Hace ya bastantes años, en una época en la que me dedicaba a follar sin pedir demasiadas explicaciones conocí a una chica, tres años mayor que yo, con quien tuve un affaire corto del que no me siento demasiado orgullosa. Tras unas semanas de tiras y aflojas me dejó, posiblemente por culpa mía. Durante un tiempo merodeé por los alrededores de su casa con la intención de cruzármela, cosa que nunca sucedió, y luego me dediqué a "googlearla". Así llegué hasta la chica número dos.

Hace ya bastantes años conocí a la chica número dos. Nos caímos bien y comenzamos a charlar hasta que, poco a poco, se me fue instalando no sólo en la cabeza. Tuvimos una relación rara, siempre en segundo plano. Teníamos otras historias porque pensábamos que, básicamente, éramos amigas aunque ambas éramos perfectamente conscientes de que nos deseábamos. Días, semanas, meses, años y "número dos" siempre estaba allí. La quería conmigo y, al mismo tiempo, quería protegerla de mi. Sabía que lo que yo podía darle no era suficiente. Supongo que fallé, no es nada extraño en mi. Me convertí en una decepción por miedo a la decepción, y puse un océano de por medio con una excusa falsa.

Pensé que sería fácil pero tampoco, en esta ocasión, estaba en lo cierto.  Hoy, "número dos" ya no está. Intento consolarme con viejas fotografías, recordando lo que nos dijimos y lamentando lo que nos dejamos por decir. Y me falta. Soy un desierto.


4 comentarios:

Juanjo Pina dijo...

Historia común. Jodida de pasar, jodida de leer.

Srta.Keuner dijo...

Putada.
Me siento identificada con eso de convertirse en decepción por miedo a la decepción. Pero, siempre al final, he solido descubrir que la decepción de uno mismo es la peor de todas. Besos,

Nandín dijo...

Una de las cosas de jugar con los sentimientos es el peligro que tiene al desdibujarse, en muchas ocasiones esas fronteras que se suelen poner para no implicarse más allá de lo convenido...Tienes que ser consciente que, más tarde o temprano y de forma que ni te des cuenta, necesitarás tener a alguien a quién tener de forma más estable y duradera...Por lo menos, hasta que llegues al límite de el oasis y te encuentres, de nuevo, en el desierto.
Un beso Guaja.

Qué va dijo...

No eres un desierto, eres un oasis.
Quién hubiera sido número uno, número dos o -sobre todo- número tres.